Este lunes falleció, a la edad de 82 años, un ícono mundial de la moda, el dominicano Óscar de la Renta, un hombre que imprimió su sello y sofisticado estilo a sus diseños, delineados en el lienzo con el mismo esmero y dedicación que un artista pone en cada una de sus obras.
Su nombre tomó forma y aroma de mujer en los vestidos y las fragancias con que acompañó a las más elegantes, famosas e influyentes damas a lo largo de su carrera. Pero los hombres también fueron seducidos por la inconfundible marca que lo inmortalizó.
A mediados del año 2011, De la Renta recibió en su residencia de Punta Cana, a esta reportera y al fotorreportero Danny Polanco.
Pero esta vez, el tema no era sobre su más reciente colección o sobre la elección de las modelos que lucirían sus diseños en el próximo desfile. En esta ocasión, habló de su infancia, su salida y regreso de República Dominicana, el inicio de su carrera, el diagnóstico que cambió su vida y del país como destino turístico.
Con gran sorpresa reaccionó cuando le pedimos que recordara los 10 momentos más importantes de su vida, y exclamó: “Eso es algo en lo que no había pensado nunca”.
En esta conversación se definió como un poco olvidadizo, quizás alguien que creció muy rápido; pero lo que nunca pudo olvidar de sus días de infancia fue a un policía que con solo verlo salía corriendo casi de forma automática. “Recuerdo el primer día que lo vi, yo era muy pequeño aún. Era un policía rubio y era famoso por ser tan malo. Te puedo decir que desde que lo veía salía corriendo, aunque no hubiera hecho nada malo. Solo verlo me hacía correr. Esa fue una de las cosas tormentosas de mi infancia”.
En esta entrevista Óscar recordó que salió del país a la edad de 18 años, a estudiar pintura en España y allá estuvo durante 10 años. “Te confieso que pensé que nunca volvería a vivir en mi país”.
Sin embargo, a su regreso reconoce que se volvió a enamorar del paisaje y de los dominicanos. “Me di cuenta de lo importante que son para mí mis raíces y mi gente. Sentí una alegría tan grande, que no la puedo describir con palabras”.
A pesar de haber estado siempre rodeado de las mujeres más bellas, famosas e importantes del mundo, siempre fue muy tranquilo en asuntos amorosos. “He estado casado con dos mujeres maravillosas… La primera falleció después de 18 años de casados y en la actualidad estoy casado con una mujer extraordinaria”, confesó.
Para este ícono de las pasarelas, cada reconocimiento recibido durante su carrera tuvo un valor especial. “Nunca olvidaré el primer reconocimiento, pero los que han seguido a lo largo de mi vida, cada uno ha sido importante”.
Pero también De la Renta fue un visionario y un destacado empresario turístico. Él definió el turismo como una empresa frágil a la que varios factores podrían hacer decaer. ‘‘Recientemente, en otro periódico publicaban que yo criticaba a los gobiernos dominicanos por la falta de apoyo que brindaban al sector turismo, y lo que yo decía no era una crítica. Yo solamente quería expresar lo frágil que es una industria del turismo, por ejemplo, si por el precio del petróleo le cuesta más caro a un avión venir aquí que a otro destino, entonces se irá a otro lugar que le resulte más económico. Hay que tomar muchas cosas en cuenta y a eso me refería, a la fragilidad de la industria turística, que si el turista no se siente seguro se marcha a otro destino’’.
Aunque siempre fue un hombre tenaz y valiente, vivió momentos en los que debió probarse a sí mismo y replantearse el camino a seguir. “El diagnóstico de una enfermedad que puede causarte la muerte, en el primer instante, te sobreviene una lluvia de sentimientos, pero en mi caso nunca dejé de trabajar y lo más importante fue el saldo positivo que me dejó, saber quiénes son las personas que de verdad te quieren, además de que aprendes a vivir cada instante con mayor intensidad”.
Luego que le diagnosticaron cáncer, debió ser ingresado en un centro médico, solo días antes de un importante desfile. Y para sorpresa de todo el personal médico de ese centro de salud, el internamiento no le impidió seguir trabajando.
“Nunca se me olvidará que durante los días que estuve interno en el hospital, donde recibía tratamientos muy fuertes, no me descuidaba de mi trabajo, tenía un desfile muy importante; y en ese lugar se quedaron pasmados cuando vieron desfilar frente a mi cama a una de las modelos y, sobre todo, verme a mí dirigirla y hacerle pruebas previas al desfile”.