“La Palabra de Dios se difundía; el número de los discípulos en Jerusalén aumentaba considerablemente”. He. 12. 24.
¿Han visto romperse un termómetro de mercurio? El metal líquido se asocia en una o varias bolitas de color metálico. ¿Qué pasa cuando intenta aplastar una de estas bolitas? Se multiplica. Cada partícula que intenta aplastar o destruir se convierte en otras tantas y otras tantas. Así pasa con la Palabra de Dios: cualquier intento de callarla o negarla impulsa su expansión.
Mientras alguien persigue, boicotea, intenta restar crédito a las enseñanzas divinas, un batallón de cristianos ora por enfermos, presos, amigos angustiados, por la paz, por los mensajeros de la Palabra, ora, ora, ora y multiplica la Palabra de Dios acrecentando el reino. Cada persona que vive la fe, es como una pequeñísima partícula de mercurio con esa capacidad maravillosa de crecer y multiplicarse.