Einstein propuso en su teoría que lo fundamental en física ha sido la comprobación de que el espacio y el tiempo están entrelazados y se deforman, y que el tiempo transcurre de manera diversa en lugares diferentes. Algo así sucede con un hecho humano comprobado, robar. El robar y la política están entrelazados y deforman la realidad; además transcurren de manera diversa en lugares y especies diferentes. Los animales, incluida la especie humana, roban. Pero el robar propiamente dicho, ya que es un concepto ético creado por el hombre, es exclusivamente humano. Por eso, porque es un concepto humano no se le puede etiquetar a otras especies. El gato, símbolo del robo para nosotros, no pensará que roba sino que hace un acto instintivo de conservación de su especie, ya que el “Felis silvestris catus”, su nombre científico y coincidente con otros “Felis” locales, no ha creado un cuerpo ético para sus relaciones de convivencia con otros gatos. Hay otros felinos, como el león, que no caza directamente sino que lo hace a través de la leona o aprovecha la caza de otro y se la roba aprovechándose de su posición dominante. Pero esos son “animales irracionales” que no pueden ser sometidos a un juicio, ahí se aplicaría un “no ha lugar” por sus condiciones de animales. ¿Pero cuando no son animales de ese tipo? Cuando sí saben lo que hacen ¿hay que perdonarles?
Una sentencia ética, un juicio moral o una declaración normativa es aquella que contendrá términos como “bueno”, “malo”, “correcto”, “incorrecto”, “obligatorio”, “permitido”, entre otros, referidos a una acción, a una decisión o incluso a las intenciones de quien actúa o decide algo. Las sentencias éticas son valoraciones morales a personas o acciones. Cuando quien tiene la obligación de juzgar la sociedad actúa haciendo lo contrario o “escurriendo el bulto” con un “no ha lugar” comete el delito de prevaricación, o prevaricato, que consiste en que una autoridad, juez u otro servidor público dicta una resolución arbitraria en un asunto administrativo o judicial a sabiendas de que dicha resolución es injusta. Tal actuación es otro delito tipificado como de Abuso de Autoridad que es una conducta basada en una relación de poder, jerarquizada y desigual.
El viernes negro de las sentencias de “no ha lugar” o sea, de que no se permitirá que se juzguen hechos relacionados con el robo al erario cometidos por humanos, con nombres de felinos, bien podría quedar como el “Black Friday” de la justicia dominicana. Sólo por un mínimo de pudor debieron aceptar ir a juicio de fondo, aunque luego hicieran los mismos trapicheos legales. Cuando se siembra indignidad se cosecha rebelión.