La cadena televisiva se va por una mezcla entre el tema médico y el espiritista esta vez, ya que la serie trata sobre Michael Holt (Patrick Wilson), un solitario y exitoso médico neurocirujano cuya vida se divide entre su trabajo en un exclusivo hospital privado de la ciudad de Nueva York y el cuidado de su cuerpo. Lleva todo bien hasta que en su vida reaparece su ex esposa Anna Paul (Jennifer Ehle), y pone su vida patas arriba, cambiando sus planes.
Pero ¿qué es lo que ella hace que lo desequilibra tanto?, no es que se instala como invitada a su casa, no es tampoco que lo acosa sexualmente, no lo demanda por dinero, mucho menos le espanta a las mujeres, lo suyo es una experiencia mucho más allá de lo terrenal, Anna está muerta.
Así como lo leen, la doña entiende que no era “hasta que la muerte los separe”, ha regresado, dos semanas después de morir, porque necesita su ayuda para mantener una clínica que tenía para pacientes con escasos recursos. Lo malo es que este viene siendo una especie de doctor House, aunque sin gracia y a ella le será un poco difícil lograrlo.
La serie mostrará en cada episodio un caso médico que Holt debe diagnosticar en su lujosa clínica, como también un conflicto en la vida de Anna que él debe resolver. El cambio en la rutina del médico lo convierte en una persona más cercana a su entorno, pero sin caer en clichés.
No es que la serie haya tenido mucho rating luego de su salida al aire, pero hay que darle un poco más de tiempo, al menos cuenta con grandes mentes, como su creadora Susannah Grant (“Erin Brockovich”, “En sus zapatos”, nominada al Oscar) y su productor Jonathan Demme (ganador del Oscar como director de “El silencio de los inocentes” y “Philadelphia”).