Claudio era un niño cuando comenzó a notar la falta de libertad en que vivían los dominicanos. A pesar de ser hijo de un militar, servidor incondicional del “ Jefe”, él se reveló a las acciones que cometía la clase política de la llamada “Era Gloriosa”; no tuvo reparos, primero, en desafiar a su padre y más tarde, en embarcarse en la lucha por la vuelta a la democracia, cercenada por el golpe de Estado al gobierno de Juan Bosch. Esa acción, encabezada por su primo, Francisco Alberto Caamaño Deñó y otros valientes, es recordada 47 años después, como la Revolución de Abril de 1965, una gesta que le enseñó a aquilatar el valor y la grandeza del pueblo dominicano. Cuando se le pregunta por el saldo de esta lucha, afirma que “más que en la piel, la guerra me dejó huellas imborrables… en el alma”.
1. La era de Trujillo
Los primeros años de mi vida estuvieron marcados por la forma de vida de la gente durante la tiranía trujillista, sobre todo, porque mi papá, César Caamaño Mella, era un pilar de Trujillo, un sicario del “Jefe”. Entonces, ver el contraste de cómo trataban a mi familia y cómo trataban al pueblo, me hizo, a la edad de siete u ocho años, rechazar todo tipo de violencia hacia las personas. Yo vi a mi papá darle galletas y patadas a la gente y eso me hizo rechazar lo que él hacía. Sin embargo, a pesar de rechazar lo que hacía, como padre lo adoraba”.
2. Diferencia de clases
Muy niño comencé a notar la diferencia en la forma de vida de la clase gobernante y el pueblo en general. Por ejemplo, los niños que estudiaban conmigo vivían en la miseria, se ponían zapatos solamente para ir a la escuela, muy diferente a los hijos de los funcionarios del régimen. Yo tenía de todo y ellos nada, solo hambre y mucha necesidad. Me chocaba mucho ese desbalance. Desde niño fui antitrujillista y mi papá llegó a castigarme porque una vez le hablé mal de Trujillo”.
3. La vida de ayer
Lo más lindo de la época de mi infancia era la forma como vivía la gente. Aunque unos tuviéramos mayores posibilidades que otros, los niños nos criábamos más o menos igual, porque nosotros no teníamos toda esa tecnología que tienen los niños de hoy en día, es más, tener un radio en ese entonces era muy raro. Recuerdo que en 1944, en Elías Piña, el único radio que había en ese lugar era el de mi padre. Una vez había un campeonato de pelota y papá invitó al pueblo a que lo escuchara en la casa. Antes los niños podíamos desarrollarnos mejor física y mentalmente”.
4. Una pela injusta
Llevé muchas pelas, porque era muy travieso y estaba consciente de que si me portaba mal, me ganaba la pela, pero en esa ocasión fue una injusticia. Mi mamá se equivocó, me acusó de haber hecho una cosa que yo no había hecho. Eso sí, no derramé ni una lágrima y eso hizo molestar mucho a mi mamá que me preguntaba: ¿y es que tú no vas a llorar?”.
5. Un niño tímido
algo que me llamaba mucho la atención, era la forma como me trataba la gente por temor a la dictadura de Trujillo. Como mi papá era el jefe militar del pueblo, la gente era muy atenta con nosotros, y a mí esas atenciones me llevaron a ser un niño muy tímido. Yo sabía que toda esa amabilidad no era por mí, sino por de quién yo era hijo”.
6. Un país de siete meses
Nuestro país fue gobernado bajo una verdadera democracia y apegado realmente a una constitución durante los siete meses que el profesor Juan Bosch detentó el poder en la República Dominicana, por eso pasé a ser boschista, aún siendo parte de los cuerpos armados y Francisco Alberto Caamaño, también”.
7. Una fecha histórica
La gesta de abril del 1965, me marcó para siempre. Primero, la guerra civil, más que nada porque ahí, tanto Francisco Alberto como yo, descubrimos la grandeza del pueblo dominicano. Nuestro pueblo se enfrentó a la potencia más poderosa del mundo y los norteamericanos tuvieron que sentarse a negociar con los dominicanos y no nos pudieron avasallar como han hecho siempre”.
8. Ejemplo internacional
En Cuba me enteré de que cuando el presidente Ho Chi Minh se enteró de cómo el pueblo dominicano había enfrentado a los norteamericanos, que los hicimos embarcarse de nuevo, escribió: ‘Si el pueblo dominicano paró y derrotó el primer ataque norteamericano, los vietnamitas los derrotarán’. Y así fue.Les costó 14 años triunfar. Luego, en Perú, en 1969, el general Velazco Alvarado dio un golpe de Estado, limpió el gobierno de corruptos y ladrones, y dijo que para hacerlo, se inspiró en el pueblo dominicano y en Francisco Alberto Caamaño”.
9. Las huellas de la guerra
Al principio yo tenía mucho miedo, pero luego fue creciendo en mí una profunda tristeza, por haber matado a más de cien personas. Vi tanta sangre en la guerra, que ahora no quiero ni matar a un pajarito. Es más, yo era cazador y dejé de cazar después de la guerra de abril. Ahora tú me preguntas que si siento que valió la pena, y te respondo que sí, porque nunca más se ha vuelto a producir un golpe de Estado y nunca más nos han vuelto a invadir. La guerra afianzó, definitivamente, el sistema de gobierno dominicano”.
10. Un dolor de por vida
La muerte de mi hijo, Claudio Francisco Duarte Caamaño Vélez, es un golpe, un profundo dolor. Te confieso que lloramos todos los días, pero nosotros nos propusimos, desde el mismo día de la tragedia, que teníamos que asumir dos cosas muy importantes, primero, no desmayar y la segunda, que debíamos integrarnos más, unirnos más como familia. Así lo hemos hecho.
Abril fortaleció la democracia del país
“Fui herido 12 veces en abril y me operaron tres veces, pero te juro que aunque al principio estaba muy asustado, con el paso de los días y el entusiasmo de lo que uno va logrando, el miedo desaparece. La muerte es lo último en lo que uno piensa. Es más, ésta no llega a ser parte de tus pensamientos.
Hoy, 47 años después de la Gesta de Abril del 65, te puedo jurar que si yo no participaba en la guerra me iba a sentir frustrado, muy herido en mis sentimientos patrióticos. Es verdad que como pueblo tenemos muchas dificultades, pero vamos mejorando porque hicimos cosas como la guerra de abril.
A pesar de lo que se pueda pensar, esa acción de los dominicanos fue necesaria y valió la pena, pues gracias al coraje mostrado por los constitucionalistas, en este país, nunca más, a nadie se le ha ocurrido derrocar un gobierno”.
Lección
Vi tanta sangre en la guerra, que ahora no quiero matar ni a un pajarito.Yo era cazador y dejé de cazar después de la guerra de abril”.
Patriotismo
Los norteamericanos tuvieron que sentarse a negociar con los dominicanos.
No nos pudieron avasallar como han hecho siempre”.
Libertad
Nuestro país fue gobernado bajo una verdadera democracia y apegado a una Constitución, durante los siete meses de Juan Bosch”.