Dulce Rodríguez, siempre supo que sería educadora, desde niña esta fue su vocación. Así lo advirtió su padre, quien le regaló una pequeña pizarra con la que jugaba a la maestra, unas veces con sus amiguitas como alumnas, otras, con estudiantes imaginarios. “Trabajar en educación y hacerlo con compromiso, amor y pasión; es equivalente a cada día ayudar al desarrollo de otros seres humanos”.
Así respondió a la pregunta de que cuál consideraba su mayor legado, y agregó: “hoy nos sentimos, todavía, con una ruta larga que recorrer, pero frente a un desarrollo positivo que nos genera alegría y satisfacción personal y profesional”.
¿Qué le motivó a inclinarse por la educación?
Siempre tuve vocación de maestra y vocación no solo de enseñar, como dice un famoso filósofo español muy citado por nuestro rector; “Siempre tuve vocación de enseñar y amar”. Desde muy niña les explicaba las clases a mis compañeras de curso y cuando no encontraba auditórium colocaba sillitas frente a mí y comenzaba a impartir clases con una pizarra que mi padre me había regalado, reconociendo mis precoces inclinaciones. Ya en la adolescencia y estando en la escuela secundaria me vinculé a procesos de alfabetización más formales y a otros tipos de actividades vinculadas a la educación o acción social. Desde que inicié la carrera de educación, comencé a trabajar. Compartí siempre mis estudios con mi labor docente y, hasta la fecha, el desafío de enseñar, de estar en un aula sigue siendo mi actividad favorita.
¿Qué cree usted que le hace falta al sistema educativo nacional?
Al sistema educativo nacional, como tal, le faltan recursos. Obviamente le falta, además, gestión, porque con recursos y una buena gestión, integramos al sistema los maestros de calidad, con los conocimientos, la pedagogía y la ética que necesitan nuestros alumnos para poderlos formar como buenos ciudadanos, que se puedan integrar a los diferentes niveles del mercado laboral con sentido de responsabilidad, con el deseo y la capacidad de participar en la sociedad y en la deliberación pública.
¿Piensa que el 4 % resolverá los problemas y deficiencias del sistema educativo nacional?
Esto solo no lo resolvería. Destinar el 4% del Producto Interno Bruto a la educación sería un inicio indispensable e innegociable -y esta respuesta la conecto a la anterior-. La educación dominicana necesita más recursos, pero los recursos por sí solos no garantizan que se superen las deficiencias del sistema. Hay muchos países que destinan recursos significativos a la educación y sin embargo, no han podido resolver las deficiencias. Necesitamos los recursos, pero bien administrados y bien enfocados hacia las prioridades del sistema.
¿Por qué cree que muchos jóvenes no se interesan por hacer una carrera universitaria?
Hay múltiples factores que influyen en la desmotivación hacia una educación superior. No hay una correlación clara entre titulación y movilidad social y económica. Parecería que hay rutas más fáciles y cortas. Aunque nos duela, algunos jóvenes miran como opción la emigración, el narcotráfico, el sicariato, y otras nuevas modalidades de delincuencia, pero que permiten la adquisición rápida de bienes materiales. En una sociedad de valores en crisis, la escuela es un desafío.
Siempre se ha dicho que los educadores ganan poco dinero, ¿trató alguna vez su familia de persuadirla para que no fuera maestra?
Creo que hubo una aceptación franca hacia mi decisión, pues, aún cuando mi familia tenía orientaciones profesionales diferentes, estaba muy consciente del carácter transformador de la educación. Siendo la menor de una familia de cuatro, mostré una vocación tan firme, que conseguí el respeto y el apoyo de todos.
¿Cómo distribuye el tiempo entre la madre y la profesional?
La clave es muy simple: organización y disciplina. A esto le podemos añadir la comprensión que logremos de parte de nuestros hijos, de nuestro rol profesional, no sólo como generador de recursos, sino como valor social y fuente de servicio.
¿Cómo evaluaría su trabajo académico?
Me agrada la pregunta, “trabajo académico” es un término más amplio e implica múltiples dimensiones de nuestro trabajo. Nuestro trabajo académico ha sido intenso, diverso, continuo. Obviamente, hemos tenido el privilegio, el regalo de Dios de servir a una institución como la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Hemos podido desarrollar una labor en un ambiente digno, de respeto, con muchas posibilidades de crecimiento humano e intelectual. Para mí es un honor ser parte de la Madre y Maestra, que es una institución de primer orden en la sociedad dominicana, en los aspectos académicos, culturales y científicos.
Deserción
No hay una correlación clara entre titulación y movilidad social y económica. Parecería que hay rutas más fáciles y cortas”.
Recursos
Hay muchos países que destinan recursos significativos a la educación y, sin embargo, no han podido resolver las deficiencias”.
Tema
Nuestro trabajo académico ha sido intenso. Obviamente, hemos tenido el privilegio de servir a una institución como la PUCMM”.