“El drama más fuerte en el ejercicio de la Medicina es la precariedad económica”

Julio Amado Castaños Guzmán, hijo de Julio César Castaños Espaillat y de Nervina Guzmán viuda Castaños, nació y creció en un hogar donde la disciplina y los buenos ejemplos constituyeron los pilares en la formación de los seis hijos del matrimoni

Julio Amado Castaños Guzmán, hijo de Julio César Castaños Espaillat y de Nervina Guzmán viuda Castaños, nació y creció en un hogar donde la disciplina y los buenos ejemplos constituyeron los pilares en la formación de los seis hijos del matrimonio de sus padres.Contrario a sus abuelos, padres y hermanos, a Julio Amado no lo sedujo el Derecho. Él, llegado el momento de matricularse en la universidad, eligió la carrera de Medicina, para convertirse así en el único médico de la familia.

1. Familia cibaeña
Nací en Santo Domingo, un 19 de noviembre en el año 1957. Mi madre se llama Nervina, ella nos hacía la ropa en una máquina de coser. Tiene 90 años. Mi familia es cibaeña, mis padres y mis abuelos son mocanos, pero nosotros, que somos seis hermanos, cuatro varones y dos hembras, nacimos en Santo Domingo. Mis padres emigraron a la capital para estudiar en la Universidad de Santo Domingo, y se establecieron aquí, porque mi padre tuvo una carrera meteórica en la Universidad Autónoma. Fue rector tres veces, con 35 años. Todo eso favoreció que echara raíces aquí en la capital.

2. Los hermanos
Nosotros tenemos una relación muy particular. Por ejemplo, con cuatro varones en una casa, que se llevan un año o año y medio, se generan situaciones familiares interesantes, jerarquías, derechos, pero mi papá manejó eso de una manera muy particular, porque dejaba que cada quien fuera cada quien. Nunca trató de que nadie dejara de expresarse. Como yo era el más alto de mis hermanos, la ropa me la compraban a mí y mis hermanos la heredaban de mí. Entonces yo tenía el privilegio de estrenar siempre, en lo que Julio César y Julio Miguel crecían un poco.

3. Traviesos
Una vez, mi hermano mayor, Julio César, y yo, que nos gustaba mucho el mar, y como vivíamos en La Feria, podíamos ir al malecón, la mañana de un sábado salimos de la casa, ya yo tenía 13 años y él 15, fuimos a una playa que queda frente al Vesuvio, a bañarnos en el mar. A mí me habían comprado unos tenis azules, preciosísimos y yo me los quité para bañarme. Nos bañábamos en calzoncillos, y vino una ola y se llevó uno de los tenis y yo tuve que caminar todo el Malecón, desde el Vesuvio hasta la casa de nosotros. Cuando llegamos a la casa, mi mamá me preguntó: ¿dónde están los tenis?, ¿dónde estaban ustedes? Ya tú sabes… Otro día, alquilamos una yola en el río Ozama, fugados, también Julio César y yo, y nos fuimos dizque a pescar debajo del puente. Nos fuimos con el hombre que alquilaba la yola. Yo no sé cómo mi papá se enteró. Cuando regresamos él nos estaba esperando. ¿Qué te digo? Él nunca nos maltrataba, pero nos castigaba. Mi papá, todos los días dormía una siesta, entre las dos y las dos y media; y yo, con 13 años, iba y cogía las llaves de su carro y esa media hora me la pasaba en todo el barrio dando vueltas rapidísimo. Y un día, los vecinos se quejaron y vino la policía y me cayó atrás. Yo llegué a la casa, cerré la puerta, los policías fueron a tocar la puerta y despertaron a mi papá. Me puso otro castigo.

4. El médico de la familia
Vengo de una familia de abogados. Mis dos abuelos, mi papá, mi mamá y todos mis hermanos son abogados. Soy el único médico de la familia. Mi papá fue muy abierto, en el fondo él quería que todos fuéramos abogados, porque ya él tenía un nombre, una oficina exitosa y reconocimiento social. Nosotros, todas las vacaciones de verano, siendo niños de 10 años como hasta los 15 años, nos íbamos a trabajar con él a su oficina de abogados. Nos llevaba a los tribunales, a mi hermano Julio César, que es vicepresidente de la Suprema Corte de Justicia, Julio Miguel y yo, (Servio Tulio no, porque estaba muy pequeño). Nos llevaba a la oficina para que no nos quedáramos ociosos en la casa, hacíamos horarios y acompañábamos a mi papá a todas las actividades, y cuando íbamos a los tribunales, en aquella época, la era de Balaguer, habían políticos presos y papá defendía a un grupo de ellos. Cuando íbamos al Palacio de Justicia siempre había un incidente, llegaba el autobús y a los detenidos no los dejaban ni bajar de ese autobús, y yo veía a los familiares con niños pequeños llorando y ese era un drama que a mí no me gustaba. Entonces yo siempre decía que no entendía la justicia, que la justicia no existía, y puse mi atención en el área de las Ciencias Naturales, que me gustaban bastante. En la universidad, sin yo estar afiliado a ningún partido político, me unía a los grupos y me ponía a tirar piedras, yo tiré muchas piedras, y en una ocasión a mí y a mis compañeros, Fara Athalla y José Goris, (ellos dos ejercen la Medicina en el extranjero), nos metieron en un vehículo de los que les llamaban “perreras”, que se abrían por detrás. Te metían ahí y te llevaban al Palacio de la Policía. Nos hicieron presos, nos subieron ahí, y yo me decía: “yo no puedo ir a la policía, porque mi papá me va a matar”. El tema es que la policía, de una manera muy agresiva, me golpeó en un brazo con una macana, porque yo me estaba resistiendo. Y cuando llenan la “perrera”, habíamos como 25 estudiantes dentro, recuerdo que el vehículo se detuvo frente a la clínica Hospiten, y de ahí dobló para la Bolívar, y como la puerta estaba abierta, yo me tiré y detrás de mí se tiraron todos. Corrimos a altísima velocidad, porque la policía no nos alcanzó.

5. Médico residente
En ese tiempo, como ahora, el drama humano es el mismo. Recuerdo que en una ocasión habían cinco mujeres dando a luz en la sala, no voy a decir ni el año ni el lugar donde ocurrió, porque esto es muy delicado. Yo estaba solo con la enfermera, y tenía esas cinco mujeres pariendo juntas y yo no sabía de quién era cada niño; no sabía, porque ahí debió haber estado un pediatra. Pero la enfermera dijo que ella sabía cuál era el niño de cada madre.

6. Precariedades en la Medicina
El drama más fuerte que yo he visto en el ejercicio de la Medicina es la precariedad económica. Todos los días veo ahí casos y más casos de personas que vienen buscando una esperanza, pero se encuentran con la realidad de que no tienen cobertura, porque se la niegan, y uno se encuentra con esa realidad y es sumamente difícil. Yo trabajé en el Oncológico por espacio de ocho años, yo era encargado de los pacientes con linfomas y leucemia, y ahí recuerdo que una de las razones por las que me fui, fue porque había un fondo para algunos pacientes, que la Liga Dominicana Contra el Cáncer estaba dispuesta a pagarles, pero era restringido. Entonces te encontrabas con 10 pacientes, y tú tenías que tomar la decisión de a quién le toca y a quién no. Por eso yo me fui, no soportaba eso, porque pensé: ¿quién soy yo para determinar quién se muere y quién se salva? Esas situaciones aún se ven, porque tenemos un sistema al que aún le falta mucho. Tengo una responsabilidad, un compromiso con esas personas que necesitan cobertura, pero tengo también el compromiso de que este hospital siga funcionando, y todo esto es con dinero. El Estado aporta solo el cinco por ciento, el 95 por ciento restante tenemos que salir a buscarlo, porque si no lo hacemos tendríamos que cerrar. Todos los días te despiertas sin saber si lo que estás haciendo es lo correcto o es incorrecto.

7. El educador
Trabajo en la educación. Hay uno de mis hermanos que fue decano de Derecho de la Pucamaima. Yo trabajo en la universidad, hice carrera universitaria desde monitor de farmacología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde estudiaba, y luego hice una carrera de profesor, director de la Escuela de Medicina en UNIBE, decano de la Escuela de Medicina en UNIBE y ya tengo 10 años como rector de UNIBE.

8. Plaza de la Salud
Hace 15 años este hospital no tenía una definición y no se sabía mucho lo que era. Eso ha costado mucho trabajo, pero se ha logrado, precisamente en base al trabajo, la transparencia. Este hospital ha sido auditado por la Cámara de Cuentas y realmente hemos logrado hacer de él una caja de cristal. La Plaza de la Salud significa mucho para el país; y para mí, formar parte de ella es una oportunidad que Dios me dio que yo no creo que se repita. Yo llegué al hospital hace 20 años, cuando estaba en blocks, porque el Presidente Balaguer designó un patronato y me incluyó en ese listado, que estaba conformado por 16 personas ilustres y el único que no era ilustre era yo. En ese entonces, yo tenía treinta y tantos años y era como el benjamín del grupo. En ese momento era decano de la Facultad de Medicina y quizás por eso el presidente me seleccionó, pero no tenía experiencia en lo que era gestión de centro de salud. Todo lo que hemos desarrollado aquí lo hemos logrado en base al aprendizaje. La gran fortaleza de esta institución es su órgano de gobierno. Las decisiones no dependen de una sola persona. He tenido la suerte de haber permanecido por mucho tiempo, aunque a veces uno se cuestiona sobre si permanecer mucho tiempo en un lugar es bueno o es malo. Es bueno siempre y cuando le agregues valor. Cada día me examino.

9. Familia
La menor de mis hijos está estudiando Medicina, esa fue la única que quiso ser médico. Los otros trabajan en el área de negocios y una es chef. En la casa hago muchas cosas… la gente cree que yo ando el día entero agobiado. Yo aprovecho el tiempo de cada cosa y la disfruto y no me distraigo con cosas que no me fortalezcan, evito las cosas negativas, le rehúyo a que una gente critique y juzgue a otros. Los fines de semana me gusta el mar, desde hace 25 años voy a Palmar de Ocoa, ahí tengo mucho contacto con el mar. Me gustan mucho los deportes. En el año 1982 fui a unos Juegos Panamericanos, a representar el país en arquería. Me gustan mucho los deportes, el golf, la bicicleta, aunque ya no la puedo montar, porque tengo unas cirugías en las caderas que no me dejan.

10. Despedida del padre
El momento más triste de mi vida fue cuando se murió mi papá, y no diría ese momento en específico… Fue cuando estando yo en España, haciendo mi especialidad, en la clínica Puerta de Hierro, mi padre me llama y me dice que quiere visitarme. Yo no sabía que él estaba pasando por una situación de salud. Cuando lo fui a recoger al aeropuerto en Madrid, le pasé por el lado y no lo reconocí. Vi a mi madre que estaba ahí con las maletas y cuando lo vi le pregunté que qué pasaba. Ella me dijo que mi papá no se sentía bien y que quería ir a verme. Ya él sabía lo que estaba pasando. Al día siguiente lo llevé al hospital donde yo estaba estudiando, lo hospitalizamos, y a la media hora teníamos el diagnóstico: tenía un cáncer de hígado terminal. Duró treinta días a partir de ese momento. Esa situación fue muy difícil para nosotros.

Agradecimiento y compromiso

En la vida suceden cosas, a veces, que te estremecen… injerencias políticas, personas tratando de imponerse, gente reclamando que esta institución,  (Plaza de la Salud) la hizo el gobierno… Uno vive muchas situaciones a nivel muy alto, pero gracias a Dios uno ha aprendido a manejar eso y esos enfrentamientos se convierten en sinergias, porque la gente entiende. En lo personal, he vivido momentos difíciles. Yo sufro de la columna vertebral, esa es mi debilidad. Tengo cinco cirugías.  Entre mis grandes satisfacciones está formar parte del Hospital de la Diabetes. Ahí se reciben 800 pacientes cada día. Esa es una obra maravillosa, transparente, auto sostenible. Los pacientes solo pagan 50 pesos, a los niños se les da la insulina. Ese es un trabajo que vale la pena que el país lo conozca, por eso me gustaría que estas instituciones no perezcan, porque muchas instituciones han tenido época de luces y luego entran en decadencia. Eran faros, íconos, y ahora no es así.   Las cosas que me he planteado las he ido haciendo. Tengo 58 años, y a veces me preocupa, porque digo que Dios me ha dado todo muy rápido, en el sentido de lograr lo que yo he querido y dejar una huella. A mí me gustaría que el sistema de salud del país se desarrolle, y yo ser uno de los actores de ese proceso. En lo personal vivir en paz y que el tiempo que me quede de vida, tener paz interior, porque si pierdes la paz interior lo pierdes todo. Aspiro a que la universidad y los hospitales mejoren cada vez , porque también soy presidente del hospital de la Diabetes, que esas instituciones sigan fortaleciéndose, sigan siendo modelo en su área cada una. 

El médico
Vengo de una familia de abogados. Mis dos abuelos, mi papá y mi mamá y todos mis hermanos. Los cinco son abogados. Soy el único médico de la familia. Mi papá quería que todos fuéramos abogados.

Desarrollo
Participar en esos procesos desde dos instituciones que son líderes, (UNIBE y Plaza de la Salud), para mí ha sido un aprendizaje, lo que yo he crecido en los últimos 10 años ha sido impresionante.

Estímulo
Todas las vacaciones de verano, siendo niños de 10 años, nos íbamos trabajar con papá a su oficina y nos llevaba a los tribunales”.

Plaza de la Salud
Hace 15 años no se sabía mucho de lo que era este hospital. Eso ha costado mucho, pero se ha logrado, en base al trabajo y la transparencia”.

Deportista
Me gustan mucho los deportes, el golf, la bicicleta, aunque ya no la puedo montar porque tengo cirugías en las caderas que no me dejan”.

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