La conversación con el Presidente Leonel Fernández avanzó rápidamente. El plan incluía un intermedio para adecuar la entrevista al formato de la televisión, pero el ambiente era distendido y no me quise aventurar a indicar una pausa. El mandatario reflejaba su habitual seguridad. El cuestionario se acercaba al término medio. Y preferí avanzar hasta el final. El presidente asumió el ritmo y no había más camino que continuar bajo el fuego de las luces y los flashes de las cámaras.
Presidente, ¿cómo usted siente que el paso por el poder ha cambiado a aquel abogado político que ya hoy tiene la experiencia del estadista? ¿Cómo se ha operado eso?
No cabe duda que hay una curva de aprendizaje. En aquella época yo era el abogado, el profesor, interesado por los temas de comunicación, interesado en la parte conceptual, la parte teórica, la perfección de la historia, la interpretación de las ciencias sociales y políticas. Eso es una buena base para poder adoptar o asumir una función pública. Pero en la práctica, de lo que se trata es de conocer cómo funcionan las instituciones y cómo conocer a la gente que maneja las instituciones. Conocer temperamentos, conocer actitudes, formas de ser, comprender cómo se mueven las fuerzas económicas, políticas, culturales, desde su propia sociedad, a nivel regional, a nivel comunitario. Yo diría que la Presidencia de la República es la mayor oportunidad de aprendizaje que un ser humano puede tener. Aprende a conocer a su país. Lo conoce primero geográficamente. No hay un lugar o espacio territorial del país que usted no conozca, que no haya pasado por ahí múltiples veces. Por tanto, los problemas de Dajabón, de Montecristi, los de La Altagracia, termina de conocerlos de memoria; interactúa con la gente, conoce sus aspiraciones, sus intenciones… y eso le da a uno una fortaleza y una sabiduría y una inspiración para seguir actuando positivamente para lograr el cambio social que el país ha requerido.
Presidente, me ha hecho pensar en opiniones que sugieren que usted gobierna en su Palacio, pero que no se entera ni se ocupa de los problemas cotidianos de la gente, que gobierna de espaldas a la realidad.
Siempre se forman muchas imágenes de los presidentes, pero no hay manera de gobernar sin conocer los detalles más mínimos que pueden aparecer en los barrios y en las comunidades de todo el país. Cada día recibo un informe sobre demandas y conflictos a nivel nacional, sobre qué está pasando en los barrios de La Vega, en los barrios de Moca… sobre qué está pasando en todo país. Todos los días lo tengo que ver. Al mismo tiempo, tengo relación con todos los líderes comunitarios, con todos los líderes provinciales de todo el territorio nacional. Además, ya yo tengo en esto muchos años. Recuerde que yo voy para doce años gobernando. Cuando usted y yo éramos estudiantes universitarios ya hablábamos de los doce años de Balaguer y nos parecía que eran muchos. Ahora nos ha tocado a nosotros. En ese tiempo no puede caber duda de que he sido hasta forzado por las circunstancias, compelido por los hechos, a tener que estar en contacto con la realidad. Además, las campañas electorales obligan forzosamente a tener que conocer los detalles de lo que acontece en cada localidad.
Presidente, en ese ejercicio usted toma decisiones que pueden generar determinados resultados. ¿De qué decisión usted puede sentirse arrepentido?
Los mecanismos de toma de decisiones de un presidente son fundamentales para el éxito de la gestión. He llegado a entender que las buenas decisiones se toman cuando he tenido el tiempo para reflexionar, cuando he meditado, cuando he podido pensar. Generalmente, si tengo el tiempo para pensarlas, las decisiones no salen mal. Pero en la Presidencia no siempre hay tiempo para pensar las decisiones y usted tiene que delegar confiando en el buen juicio de la persona a quien usted le delega. El Presidente, aunque la gente lo cree, no es infalible, necesariamente hay un equipo con el que hay que trabajar. Pero sí le puedo decir lo que considero que fue una mala decisión que tomé en el primer período. Lo capté rápidamente y dije: ¡Caramba, esto es un error que pudo habernos costado políticamente mucho! Y fue que llegamos al mes de agosto de 1996 y el 2 de septiembre los funcionarios se me van acercando: “Señor Presidente, yo no puedo seguir siendo secretario de Estado ganando tres mil pesos o cinco mil pesos”, que era el salario de entonces. “No puedo estar aquí en esas condiciones”. Y se fue creando como una opinión pública a favor del aumento salarial. Y en el mes de septiembre, como Presidente, tomé la decisión de aumentar los salarios a los altos funcionarios públicos, a los secretarios de Estado y subsecretarios de Estado. Un funcionario ganaba tres mil pesos en esos momentos y hubo que aumentar los salarios, yo no recuerdo en qué monto, pero tenía que ser más o menos compatible con la posición. Yo no debí hacerlo, yo debí haber esperado mejor al presupuesto del año 1997 y haber hecho, como lo hice, una declaratoria de aumento general de salarios a todo el mundo. Eso fue la inexperiencia. Pagué el precio. He aprendido que no se puede tomar una decisión política para favorecer un grupo interno, sino que siempre en política cualquier decisión debe tener siempre como referencia a la mayoría, al pueblo. De alguna manera me lo perdonaron, se dieron cuenta que era fruto del desconocimiento y pude salvar la Presidencia de la República. Pero eso pudo haber sido un problema muy grave, empezando una gestión de gobierno.
¿Tanto así?
Yo diría que sí, porque pudo haberse convertido en un reclamo de un aumento salarial de todos los sectores en ese momento. Ah, pero si los funcionarios se están aumentando el salario, entonces los de abajo ¿por qué no? Pudo haber pasado eso. Pero insisto, creo que se nos perdonó la falta de experiencia y al mismo tiempo, lo pudimos subsanar rápidamente, porque estuvimos discutiendo el Presupuesto de 1997 y le hicimos aumentos a los maestros, a los médicos, a las fuerzas armadas y a todos los sectores. Inclusive aumentos de un 100% como no había ocurrido antes, de manera que ese error se convirtió en una ganancia como compensación para corregir la decisión que habíamos tomado.
Presidente, como ha dicho va hacia sus doce años de gestión. Por más que se diga, usted ha debido dejar un legado después de todo ese tiempo de gobierno. Me gustaría saber lo que piensa sobre la gobernabilidad y las instituciones del Gobierno. ¿Cómo ha sido ese legado?
No quisiera caer en la inmodestia, pero desde mi perspectiva le puedo hablar de lo que siempre fue nuestra intención y lo que hemos querido conseguir. Le diría que el hilo conductor de las decisiones ha sido el proceso de modernización, cómo nosotros dejamos atrás la marginalidad y pasamos a un proceso de modernización. Empezando incluso por el sector público. Yo me preguntaba por qué una institución del Estado no puede lucir tan limpia, tan dinámica como un banco comercial, por ejemplo. Usted recuerda lo que era una oficina pública, con falta de higiene, atropello para entrar… de todo. Usted va al Ministerio de Hacienda y parece un hotel de cinco estrellas. Usted va a Aduanas y parece un museo con exhibiciones de pinturas. Usted va hoy a lo que antes se llamaba Rentas Internas y ahora es la Dirección General de Impuestos Internos, cómo es que hoy día se vende la placa. Usted no ve esas acumulaciones tumultuosas que antes había en esas dependencias. Eso ha cambiado. A mí me preocupaba lo que pasaba con el transporte público, las voladoras, todavía tenemos, pero hemos buscado la alternativa del metro…
¿Se montará en el metro siempre en febrero?
Yo creo que estamos a tiempo todavía para que el 27 de febrero podamos montarnos en el metro. Pero si no es en febrero, será en marzo y si no en abril. Antes de que yo entregue este gobierno habrá la segunda línea del metro.
Pero me iba hablando de sus contribuciones institucionales…
En ese aspecto hasta en lo formal hemos cambiado la imagen del gobierno y creo que es un logro en lo que hemos llamado la modernización. En la parte institucional diría que un gran legado importante es la reforma constitucional. Esa es una iniciativa nuestra, una iniciativa de nuestro gobierno enfocada hacia la necesidad de construir un modelo democrático que se corresponda a los requerimientos del siglo XXI, empezando con la noción de ese estado democrático y de derecho. La Constitución hoy no solamente contempla los valores relacionados al liberalismo del siglo XIX, sino que se refiere también al constitucionalismo social del siglo XXI. Logramos constitucionalizar figuras como el amparo, mediante la cual cualquier ciudadano puede reclamar al tribunal si siente que sus derechos constitucionales han sido quebrantados, poniendo una moción para amparar sus derechos. Eso es algo que no existía en el país. Incluso, para el sector periodístico. Se le ha constituido el derecho del secreto profesional y la cláusula de conciencia, que no teníamos antes. Hemos creado un Tribunal Constitucional, donde se puede incoar una acción directa para anular hasta un decreto presidencial, fíjese bien. No es normal que un gobierno presente una Constitución que lo vaya a limitar a él. Esta constitución lo que hace es eso, limita el poder, pero aquí le estoy diciendo a un tribunal constitucional que no existía que está facultado para decirle al Presidente que su decreto es nulo. Yo creo que esa es una expresión de pluralismo democrático. Además toda la reforma administrativa y financiera del Estado, la nueva ley de presupuesto. Antes el poder ejecutivo concentraba el 70% de la ejecución presupuestaria y hoy día cada institución ejecuta su presupuesto. La Presidencia tiene instituciones que dependen de ella, como el Jardín Botánico, una institución como otras que caen en el presupuesto de la Presidencia, pero se aplica a través del Ministerio Administrativo. También tenemos que hablar de la ley de Contraloría, de la ley de Administración Pública. Usted no ve que ahora se hable de obras de grado a grado, porque tenemos una ley de Contrataciones de Obras del Estado y sólo de manera excepcional, cuando la condición lo requiere, se dicta un decreto de emergencia para dar respuesta inmediata a algo que se haya presentado, como una tormenta. De manera que todo esto hoy día ha contribuido a la transparencia y la modernización del Estado.
¿Y en el plano económico?
En este ámbito el gran logro ha sido poder mantener la estabilidad de todos los indicadores macroeconómicos y el crecimiento sostenido. Como resultado de todo eso, hemos tomado medidas de impacto social. La tarjeta Solidaridad le llega a más de un millón de personas. La seguridad social en 2004 tenía solamente 35,000 personas afiliadas y hoy ya tiene cuatro millones. El bienestar del país ha mejorado significativamente. Los hospitales públicos están mejor dotados, porque al haber pasado al régimen de la seguridad social cada paciente que es tratado le aporta económicamente a la sostenibilidad del hospital. ¿Quién habla de falta de medicamentos hoy en día? Hemos sembrado todo el país con farmacias del pueblo, que hasta en su forma y apariencia compiten y hasta se ven mejor que las farmacias comerciales, y proveen la entrega de medicamentos a un menor costo a las familias de bajos ingresos.
En lo económico, en lo social, en lo institucional, en lo internacional, el país ha logrado mayor visibilidad que nunca, tiene un posicionamiento estratégico internacional. Al terminar mi gestión puedo decir que la República Dominicana está mucho mejor que cuando yo entré.
El legado
El país logró mayor visibilidad. Al terminar mi gestión, puedo decir que la República Dominicana está mucho mejor que cuando entré.
El error
No debí aumentar
los salarios a los altos funcionarios públicos al inicio de mi primer mandato. Eso fue la inexperiencia. Pagué el precio.
Continuará mañana.