“Te daré gracias ante los pueblos, Señor; tocaré para ti ante las naciones: por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza a las nubes”. Sal. 57: 10, 11.
Hoy sólo quiero darte gracias, Señor. Dejo a un lado mi “rosario” de peticiones, mis necesidades, mis quejas, mis vanos intentos de justificación, mis promesas. Hoy sólo quiero decirte que agradezco cada segundo que me das, que agradezco la misericordia con que me beneficias cada día.
Decirte que mi vida no alcanzará para enumerar tus bondades, todo lo que me has dado y todo lo que has alejado de mis manos. Decirte que agradezco cada momento en que me libraste de una situación de peligro, que me arrodillo a tus pies para agradecer infinitamente el cuidado que tienes de los míos. Gracias Señor, gracias Padre, gracias…