Que existe un temor a encontrarte con el delincuente en el destacamento de Policía recibiendo tu denuncia de atraco, violación, robo o intento de homicidio es una realidad en nuestro país. Son demasiado los miembros de la Policía, las Fuerzas Armadas o de fiscales que han sido encontrados ejerciendo de delincuentes; y de seguro que serán más los que todavía no han sido descubiertos. A esa tragedia hay que sumarle la del desamparo que tienen quienes denuncian o acusan a los otros delincuentes, los normales, ante los beneficios que estos tienen en los códigos de procedimientos vigentes. Desde la facilidad de tener abogados gratis, hasta la de tener todos los detalles de tu domicilio.
Mucho bla bla ha dicho el comisionado de Apoyo a la Reforma y Modernización de la Justicia de República Dominicana que sólo se ha quedado en un proyecto concebido como espacio académico de reflexión, “con la finalidad de articular un conjunto de líneas de acción que procuran, desde un enfoque multidisciplinario y multisectorial, el relanzamiento de las víctimas en el sistema de justicia penal”; que cuando uno oye todo ese palabrerío, inmediatamente le huele a Leonel Fernández, mucho hablar y hacer nada.
Medidas tan básicas como la de proteger los datos del denunciante víctima de una acción delictiva, la de que pueda declarar sin la presencia del denunciado, para así liberarlo de la presión que pueda ejercer el victimario, o en algunos casos hasta proveerle de protección policial al denunciante cuando haya sospechas de que pueda ser agredido por el denunciado o victimario, así como medidas que recojan protecciones especiales si son menores, como las de que sus declaraciones sean grabadas con carácter previo y reproducidas en el juicio sin necesidad de la presencia del menor.
Otros abusos contra víctimas de hechos delictivos son las de los abogados y pica-pleitos que se dedican a “caerle atrás” a cualquier accidentado, ya sea de una moto, el incendio de una casita, o una gran catástrofe, para que les firmen autorizaciones de representaciones cuando las víctimas todavía no se han repuesto del shock nervioso producido por el hecho que les ha causado un daño. Los buitres buscadores de procesos legales penales y civiles a veces hacen más daño que el victimario accidental.
Es en los detalles donde vive el diablo, como dice el refrán, y es en los detalles donde debemos hacer lo que nunca se ha hecho; ponerle atención al ciudadano común y corriente; al ciudadano clase media, que lo están cocinando por arriba y por abajo. Los acuerdos y liberaciones recientes de delincuentes famosos nos están dejando muy mal sabor de boca a las víctimas del sistema.