Recientemente fueron publicadas las cifras de las recaudaciones fiscales por la Dirección General de Impuestos Internos. Ya contamos con los resultados de los primeros cinco meses del año lo que nos brinda una mejor visión tanto del comportamiento de la pasada reforma fiscal, como del comportamiento de la economía en general. Los ingresos fiscales crecieron un 7% con relación al mismo periodo del pasado año, pero las ventas reportadas se contrajeron un 3%. Esto refleja que ha crecido la presión fiscal como bien era la intención de la reforma.
Al segregar las cifras, se aprecian diferentes comportamientos. Primero, los impuestos a la renta de las personas aumentaron un 16%. Varios factores deben estar incidiendo en esto, incluyendo el no ajuste por inflación para la base deducible de los impuestos a los asalariados. El impuesto sobre ingresos de las empresas se contrajo un 9%, síntoma de que los niveles de rentabilidad del pasado año fueron menores que en el 2011. En adición, los impuestos a los dividendos se contrajeron un 62%, muy probablemente influido por la reforma fiscal. En resumen, cuando se agregan todos los renglones de los impuestos sobre los ingresos, estos alcanzaron un desempeño negativo del 5%. Esta no ha sido la tendencia seguida por los impuestos a la propiedad, los cuales de manera agregada aumentaron un importante 52%. Si bien aquí está influyendo el adelanto realizado por el sector financiero al impuesto sobre activos, y también debe estar jugando su rol la amnistía fiscal, no es menos cierto que este ha sido el renglón con mayor tasa de crecimiento. Aquí se destaca el impuesto a la vivienda suntuaria, el cual tuvo un cambio importante en la base imponible en la pasada reforma, aumentando sus recaudaciones en un 121%.
También se aprecia un crecimiento del 62% en el impuesto a las operaciones inmobiliarias. Para una economía que ha dependido en gran parte de su crecimiento del sector de la construcción y del desarrollo inmobiliario, este debe ser de los impuestos a monitorear, pues tiene el potencial de desincentivar la inversión si existen otras áreas de mayor rentabilidad y con menos cargas tributarias.
En lo que respecta a los impuestos sobre el comercio de mercancías y servicios, en términos agregados aumentaron un 10%, empujados principalmente por el aumento de dos puntos porcentuales en el ITBIS y el aumento de la base imponible. Las recaudaciones de ITBIS aumentaron un 26%. Sin embargo, el impuesto selectivo al tabaco se contrajo un 12%, el de las cervezas un -14%, y los hidrocarburos un -2%. Un resultado que llama la atención es el impuesto a los cheques, el cual aumentó un 8%, un reflejo de que si bien la economía real no ha crecido, mantuvo su dinamismo compensado probablemente por la parte financiera de la nueva economía.