Hasta hace algunos años no se prestaba mucha importancia a las pequeñas empresas, con el entendido de que eran incapaces de competir con las grandes economías de escala. Sin embargo, gracias a la competencia y al desarrollo tecnológico se ha demostrado todo lo contrario.
Hace unos días el Ministro de Industria y Comercio dio a conocer que el 60% de los empleos actuales lo generan las pequeñas empresas. Aunque la cifra es difícil de confirmar por la informalidad de muchas de estas empresas, podemos afirmar que el presente gobierno ha puesto mucho énfasis en el desarrollo de las mismas y el fruto de esta política se verá en el mediano y largo plazo.
Otra característica de las pequeñas y medianas empresas, además de la informalidad mencionada, es la naturaleza personal y familiar de un gran número de ellas. Estas empresas han proliferado porque se limitan a ser de autoempleo y supervivencia del pequeño empresario. No obstante, muchas veces son ejemplo de innovación y desarrollo tecnológico. Al tener costos reducidos, pueden competir con las grandes empresas.
Podemos distinguir varias categorías de las llamadas pymes: empresas de alta tecnología, con pocos empleados y un gran volumen de ventas, otras de mano de obra intensiva, como las empresas de confección, pero de poco capital invertido. No importa el caso, lo cierto es que son unas importantes motorizadoras de la economía.
Hasta hace unos años el país con mayor número de pequeñas empresas era Italia y el de menor número Estados Unidos. El rápido crecimiento del sector ha sido gracias a la introducción de nuevas formas de comunicación que permiten a las pequeñas empresas tomar decisiones de forma ágil, que es lo contrario de lo que sucede en una empresa de gran tamaño, en las que las decisiones deben ir a un Consejo de Dirección y se retrasan por la mucha burocracia.
Por otra parte, sin embargo, las llamadas pymes pasan por una serie de limitaciones y tienen la propensión a desaparecer al segundo año.
Afortunadamente, han ido surgiendo soluciones a las mismas. La limitante principal es el acceso a crédito por no reunir las garantías que exigen los bancos. Para esto, ha crecido la banca especializada en los préstamos a microempresarios, la cual concede financiamientos de hasta veinticinco millones de pesos si se cuenta con un buen récord de pagos. La experiencia que reportan es que el pequeño empresario paga mejor, precisamente porque necesita un buen récord de pago para seguir financiando sus proyectos.
Otros obstáculos en su crecimiento y sostenibilidad son la falta de conocimiento del ámbito empresarial y/o de habilidades gerenciales de sus propietarios, la falta de asesoría bien enfocada. En nuestro país, además, es un serio obstáculo el bajo nivel educativo de una población, que, como sabemos, es uno de los más bajos entre otros países de América Latina. Para suplir en parte esta deficiencia, instituciones como el Instituto de Formación Técnico Profesional ofrecen cursos de capacitación en diferentes áreas.
Dada la importancia para la economía de las pymes, de su capacidad de generar empleos, el apoyo gubernamental debe ampliarse, con una política clara de incentivos fiscales que les permita ampliar las inversiones en innovación, en compra de maquinarias y equipos. También creando una plataforma que facilite permisos y licencias y ofreciendo más facilidades para entrenamiento.
Sin duda, como vemos, es un sector con un alto potencial de crecimiento y que sobre todo, contribuye a una justa distribución de la riqueza, permitiendo el acceso a un mejor nivel de vida para gran parte de nuestra población.