El Día de las Madres se celebró este domingo, en un día matizado por compras y regalos para las que disfrutan el don de la vida, y flores y lágrimas para las que se han ido.
En un breve recorrido por centros comerciales de la ciudad capital y Santo Domingo Este, elCaribe fue testigo de una actividad comercial tímida en sentido general.
Algunos empleados de grandes centros comerciales del polígono central de la ciudad de Santo Domingo observaron que con relación a la asistencia de personas bien se podía comprar con un día de tienda normal.
“No ha habido grandes compras, pues vienen en grupitos de cuatro y cinco personas, miran y la mayoría de las vedes se van”, dijo un empleado de La Sirena, de la avenida Winston Churchill.
El movimiento comercial se notaba más activo en arterias tradicionales como la avenida Duarte, no obstante, la actividad comercial parecía ser más activa en las compras de regueras, pues para muchas personas los precios de las tiendas estaban muy altos.
Cementerios
En los cementerios también pudo advertirse una relativa intensa actividad comercial, sobre todo en las ventas de flores, velones y servicios de pinturas y ornato y mantenimiento de tumbas.
“Aquí está mi Mamá, mi Papá y una hermana. Vengo cada dos años a limpiarle las tumbas porque vivo en Puerto Plata”, explicó Marina Peña, mientras depositaba flores. “Pague más de dos mil pesos por limpiarlas”.
Muchas quejas por abandono de los camposantos
Cementerios como el Cristo Redentor, en la capital, y el Cristo Salvador, en Santo Domingo Este, lucen totalmente descuidados.
El descuido de las autoridades edilicias se hizo notorio ayer en los principales cementerios del Distrito Nacional, lo que arrancó grandes quejas por parte de los munícipes que fueron a visitar la morada final de sus seres queridos a propósito del Día de las Madres.
Camposantos como el Cristo Redentor y el Cristo Salvador lucen casi en abandono, con montones de hierbas entre las tumbas, charcos de agua y hoyos en sus calles.
Este domingo , por ejemplo, la señora Jacoba Tejeda casi sufre un síncope cuando fue al Cristo Salvador a visitar, junto a sus hijas, la bóveda de su madre Ramona Cuevas Caro: la calle es una zanja llena de lodo, la hierba arropa todo y para colmo ninguna autoridad da la cara.