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La experiencia de hacer compras en los supermercados de la República Dominicana ha cambiado de manera drástica en los últimos años. Las grandes cadenas de supermercados están priorizando sus marcas propias sobre otras marcas tradicionales, dejando a los consumidores en una encrucijada. Esta tendencia ha levantado preocupaciones entre expertos, consumidores y hasta los propios dueños de establecimientos.
¿Qué está pasando detrás de esta imposición de marcas propias? ¿Realmente se está protegiendo al consumidor? En este reportaje, exploramos diferentes perspectivas para comprender el impacto de esta estrategia comercial.
Consultamos al nutricionista Martha Cruz, quien señaló que, aunque las marcas propias pueden tener precios más bajos, esto no necesariamente garantiza una mejor calidad nutricional. “Las marcas tradicionales suelen tener procesos de calidad más estrictos, y en muchos casos, ofrecen productos que cumplen con normativas internacionales de salud. Sin embargo, muchas marcas propias no han demostrado lo mismo en cuanto a transparencia en sus ingredientes.”
Según Cruz, es esencial que los consumidores tengan acceso a productos con etiquetas claras y con información nutricional completa. “Es importante que las marcas propias, como las de los supermercados, ofrezcan la misma calidad y seguridad que las marcas tradicionales. De lo contrario, los riesgos de consumir productos de baja calidad aumentan”, agregó.
Por su parte, en Salud Pública, La Lic. González, se mostró preocupada por la creciente venta de marcas propias sin la supervisión adecuada. “No podemos permitir que se comercialicen productos sin los registros sanitarios correspondientes o con registros en proceso. La salud de los consumidores está en juego. Las marcas emergentes deben estar sometidas a los mismos estándares de control que cualquier otro producto que se venda en el país.”
La falta de regulaciones claras podría generar un vacío en la protección del consumidor, lo que aumenta el riesgo de que productos de baja calidad lleguen al mercado, afectando la salud pública.
Un experto en Marketing: no relata lo que sería ¿Una Jugada Comercial Oportunista?
En términos de marketing, consultamos a la Sra. Polanco, experta en estrategias comerciales, quien explicó que la apuesta por las marcas propias responde a un intento de las cadenas de supermercados por captar mayores márgenes de ganancia. “Al vender sus propias marcas, los supermercados tienen mayor control sobre los precios y la distribución, lo que les permite aumentar su rentabilidad. Sin embargo, esta estrategia no siempre responde a las necesidades del consumidor, sino más bien a sus intereses comerciales.”
Polanco destacó que, si bien las marcas propias son generalmente más baratas, esto no siempre se traduce en una mayor accesibilidad para el consumidor, ya que pueden sacrificar aspectos clave como la calidad y la variedad.
Por otro lado tras realizar varias entrevistas con diferentes amas de casa, como Claudia Rodríguez, se pudo constatar que la imposición de marcas propias les ha afectado directamente. “Antes tenía muchas opciones para elegir, ahora todo está limitado. Yo solía comprar ciertos productos, pero ahora tengo que adaptarme a lo que los supermercados ofrecen. Además, algunas marcas propias no me convencen en cuanto a sabor o textura,” comentó Claudia.
Su testimonio resalta la preocupación de muchas personas que se ven obligadas a consumir productos que no estaban acostumbradas a comprar. La experiencia de compra se ha visto reducida, y muchas de estas amas de casa sienten que ya no tienen el control sobre sus decisiones.
Entre los consumidores, el descontento es palpable. Alondra Matías, una clienta habitual de supermercados Bravo, señaló que “las marcas tradicionales no siempre están disponibles. A veces tengo que ir a otros supermercados solo para encontrar lo que quiero. Esto es un inconveniente porque mi tiempo y dinero también están siendo afectados.”
Por otro lado, Kenia Montás, otra consumidora frecuente, expresó: “La calidad es algo que me preocupa. Aunque las marcas propias sean más baratas, no siempre cumplen con las expectativas de calidad que me ofrecen las marcas que siempre he usado.”
Consultamos a Pablo Cruz, dueño de un colmado en el sector de la Jacobo Majluta, quien ve este fenómeno desde una perspectiva diferente. “A diferencia de los grandes supermercados, yo vendo todas las marcas. Mi clientela no quiere ser limitada a una sola opción. Las marcas propias no siempre son lo que los consumidores buscan. Si bien algunas son más baratas, no todos están dispuestos a sacrificar la calidad por el precio.”
Cruz afirmó que, aunque las marcas propias pueden tener un costo más bajo, no siempre son la opción preferida por los consumidores. “Hay productos en los que el precio bajo de las marcas propias es atractivo, pero en otros casos, la gente prefiere pagar un poco más por una marca que conocen y en la que confían.”
Desde el punto de vista económico, el aumento de las marcas propias ha generado una competencia desleal. Los productos de marcas tradicionales suelen ser más caros debido a los costos de producción, distribución y promoción, lo que incrementa su precio final. Las marcas propias, al no tener los mismos gastos, pueden ofrecer precios más bajos, lo que pone en desventaja a las marcas que llevan años en el mercado.
Sin embargo, como señaló Cruz, “la competencia es saludable para el mercado. No obstante, el consumidor debe tener acceso a productos de calidad, independientemente de su precio. Limitar las opciones está creando un entorno donde los consumidores ya no tienen la libertad de elegir lo que realmente desean.”
El fenómeno de las marcas propias en los supermercados dominicanos es un reflejo de la concentración del mercado y el control de los precios por parte de las grandes cadenas. Sin embargo, esta estrategia ha traído consigo importantes cuestionamientos sobre la calidad, el derecho a elegir y las implicaciones económicas para el consumidor.
Como bien nos lo indicaron los expertos, desde los nutricionistas hasta los dueños de colmados, es crucial que se mantenga un equilibrio en el mercado, donde tanto las marcas propias como las tradicionales puedan coexistir y ofrecer al consumidor lo mejor en calidad, precio y variedad.
El consumidor no debe ser obligado a elegir entre opciones limitadas. La libertad de elección es un derecho fundamental, y las autoridades deben velar por su cumplimiento, protegiendo tanto la calidad de los productos como el bienestar económico de los ciudadanos.
Por Walddy Lina Polanco