Saludamos la decisión de la Corte de Apelación de la provincia Santo Domingo, de ordenar un nuevo juicio al imputado de haber dado muerte al niño Rafael Eduardo Jourdain. Más que cualquier cosa, o contrario a lo que pudiera pensarse de la persona señalada como responsable, la satisfacción es porque un nuevo proceso representa la oportunidad de establecer responsabilidades. Si Justo Félix Sandoval Acosta, imputado como autor del horrendo hecho, es culpable o no, debe quedar claro.
De ser culpable debe pagar por lo que hizo, y si efectivamente es inocente, es obligación de las autoridades emplearse a fondo para dar con el o los autores del crimen. Rafael Eduardo Jourdain, era un niño de cuatro años, que fue sustraído del patio de su casa mientras jugaba, el día 14 de abril del año 2012, por una persona que podría estar viviendo su vida sin el menor remordimiento. Aún recuerdo con tristeza esos días en que su madre, aferrada a las esperanzas de encontrarlo con vida, lo buscaba desesperada, colocaba por todas partes afiches con la foto en que aparecía su pequeño con su sonrisa inocente, su suéter de rayas y su gorrita. No puedo siquiera imaginar lo que sintió esa mujer cuando acudió al llamado de la policía para que identificara el cuerpo sin vida de un infante que había sido sacado de las aguas del río Ozama, cuyas características físicas coincidían con las de su pequeño desaparecido.
No me sorprendió que al verlo inerte, transformado por los estragos del agua y las piedras del río, dijera que no se trataba de su hijo. Pienso que su reacción no se debió solo a los cambios que le produjo la muerte. La fe de volver a verlo con vida, alegre y juguetón como todo niño saludable de cuatro años, le impedía aceptar que aquel cadáver era el de su niño. En ese entonces, escribí que no entendía cómo alguien podía abusar y, más aún, matar a un niño y continuar su vida como si nada.
Cómo responder con violencia a una sonrisa inocente. Cómo acabar con la vida de un ser que solo espera amor y protección de quienes le rodean. Sigo sin entenderlo, moriré sin entenderlo. Ojalá que ahora los investigadores hagan un mejor trabajo y les entreguen a los jueces a cargo del proceso, no solo al verdadero culpable, sino también un expediente con el cual se pueda impartir justicia. La madre de Rafael Eduardo y la sociedad así lo merecen. l