Juan Luís alborota Viña y se lleva antorcha de oro

El cierre de Viña del Mar fue como diría la frase, “con broche de oro”, la llamada Quinta Vergara, preparada con asientos…

El cierre de Viña del Mar fue como diría la frase, “con broche de oro”, la llamada Quinta Vergara, preparada con asientos para el público, no necesitó de sillas la noche del domingo y estuvo de pies durante el poco más de una hora que duró la presentación de Juan Luis Guerra. Tal es el caso que hasta el mismo José Luis Perales, que previamente había dicho que se quedaría a disfrutar del artista criollo, no se sentó ni un momento y se le veía bailar, gritar, reír y hasta convertir sus manos en alas, señal que los presentes usan para pedir gaviota.

No cabe duda, el público chileno ansiaba el regreso de Juan Luís desde 1991, cuando pisó por primera vez Viña del Mar. Y no hubo un mejor día para su presentación que ese en el que los dominicanos conmemorábamos la Independencia Nacional, porque él la puso en alto. Luego de tres de sus sencillos, el intérprete de “La guagua” sacó la bandera dominicana y dedicó toda su presentación a la celebración de los 168 años de soberanía dominicana. Y no fue el único en alzar la insignia tricolor, en el público se pudieron ver varias banderas en lo alto.

El artista hizo un repaso por sus mejores canciones, y no dejaba de reír cuando veía al público cantarlas.   Lo cierto es que desde que salió al escenario, ya tenía al público metido en un bolsillo y sin que siquiera interpretara la primera canción, ya hacían la señal de gaviota con sus manos. Tanto alborotó a los presentes, que desde anoche es “trending topic” y hoy ocupa el segundo lugar de esa lista.

La fiesta comenzó cuando confesó ante todos, seguro hablaba de Nora, que “Como tú no hay ninguna”, luego puso a todos a que les subiera “La bilirrubina”, los incitó a montarse en “La guagua”, no sin antes avisarle, que se rieran si el enemigo los tentaba en la carrera, porque Jesús le había dicho, que él enviaría “Las avispas” para que le picaran. Pero además, y fue cuando todos enloquecieron, los llevó a pasar “El Niágara en bicicleta”, en donde dio paso a su banda 4-40 para que demostrara por qué siguen con él, imposible también, dejar de mostrar por qué muchos aún andan “Buscando visa para un sueño”.

Claro, era imposible que subiera a un escenario sin cantar sus sencillos cristianos y entre ellos aprovechó para promocionar “En el cielo no hay hospital”.

Realmente el público dejó muy en claro que no le importa hace cuánto tiempo aceptó el evangelio en su vida ni en qué iglesia comenzó, adoran su música, su carisma y la forma en que escribe. Él no desperdició el momento para dejar caer su cascarita y aprovechó la presencia de su esposa Nora para decir “El que ama a su esposa se ama a si mismo” y dedicarle “Mi bendición”.

La gran pregunta de la noche era ¿dónde está Adalgisa? que no estaba sobre el escenario, pero la artista se apresuró a comentar en su twitter que estaba de licencia, para evitar futuras conjeturas. “No estoy por licencia médica, igual me siento en ese escenario con @JuanLuisGuerra y #440! Espero regresar de nuevo! Todo va bien!”, twitteó.

Ya Juan Luís se había despedido por segunda vez cuando, luego de entregarle las gaviotas de plata y oro, les pidieron otra canción, aquí la cosa se puso romántica con un popurrí de canciones como “Bachata Rosa” , “Estrellitas y duendes” y “Burbujas de amor”.

Cuando por tercera y última vez, accedió a cantar una más, que el público pedía a gritos y que no le dejarían ir sin interpretar. Juan Luis tomó nuevamente el micrófono, se enganchó su guitarra y como una súplica dijo “Ojalá que llueva café”.

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