Cuando se leen artículos como el de hoy martes 11 de marzo del corriente del veterano Miguel Guerrero, cabe preguntarse si para algunos de nuestros nacionales el rango de lo dominicano no sobrepasa la estatura de una simple colonia, o somos de veras, por pequeños y atrasados, algún peregrino país.
Respeto a Joseph Biden como a Barack Obama, sin dejar de saber (y lamentar) que ambos, son la cabeza visible de una administración con intereses que groseramente los sobrepasan, haciéndolos quedar demasiadas veces muy mal, y que ellos, tal vez muy en contra de sus promesas y convicciones, deben encarar como lo que son, yanquis con un poder establecido que somete por igual a demócratas y a republicanos.
Mire lo que le pasó en su momento a Biden con Palestina, y a Obama ahora con Siria arrastrándolo hacia el peligrosísimo coladero de Ucrania. Los USA juegan con fuego del peor calibre donde no hay halcones judíos ni otanes que valgan.
Rusia continuará olímpicamente sin saber demasiado fabricar batidoras, celulares y televisores de plasma, pero sus armas son iguales o mejores que las yanquis, y no apuntan a nadie más ni mejor que a los yanquis, lo que pedimos a Dios que jamás termine por suceder.
En el ínterin, el manoseado tema de la sentencia 168-13 de nuestro Constitucional ha sido tan debatido, y en un contexto donde ya todos los organismos internacionales dieron con entusiasmo o a regañadientes su apoyo a la legalidad dominicana, que resulta penoso que un periodista con ínfulas de intelectual siga atizando fogones que engendren llamaradas que a nadie van a quemar.
Si Biden no quiso o no pudo venir, que se quede donde mejor le plazca, es su derecho como lo es el nuestro hacerle saber que aquí hay leyes y un ordenamiento jurídico qué respetar. No resulta curioso observar que nadie le discute a los yanquis lo que hacen con sus extranjeros, verbigracia a los haitianos, particularmente vejados en el territorio de ese país, donde por cierto sobran oportunidades y predios para una gran ayuda que jamás llegó para los haitianos y desde luego, no les va a llegar.
¿Haití acaso no es un país ocupado? ¿Quién lo ocupa y por qué? ¿Y cuál es el resultado de esa triste ocupación?
Lo más patético es lo trasnochado en la voz de sirena del señor Guerrero, quien en sus líneas quiso forzar la presencia de Nicolás Maduro y de Venezuela, completamente fuera de lugar. Danilo Medina es un presidente que sabe de sobra hacia donde se encamina y no va a cambiar el rumbo trazado por los perdigonazos de pacotilla que voces destempladas ensayen para justificar adhesiones que los desmerecen como lo que son.
La felicidad para una prensa desfasada es que el país de los dominicanos hubiese continuado haciendo las mismas aguas de una situación que el PLD ha decidido enfrentar. El Gobierno de Medina con radical ahínco, ha honrado con denuedo dejando sin discurso a la oposición el histórico conceptual de un Partido con un antiguo y entrañable compromiso con la educación, el problema eléctrico y la desigualdad social.
Hay otros temas morados que datan de los primeros días de Juan Bosch. Por respeto, yo, José Bobadilla, escritor realengo de los del número de la Capital, a Miguel Guerrero lo hubiese querido ver en un centro desde el cual pudiese ayudar con algo mejor a sus hermanos de patria, y no prestarse a mostrar la cara repugnante de un servilismo de derechas que miente hasta cuando quiere cantaletear lo primero que se le ocurra con visos que pretenden la traza de alguna verdad.