La JAD pide políticas para comercialización agrícola

En la República Dominicana se hace perentorio el diseño de políticas públicas que acerquen al agricultor que produce alimentos en el campo al consumidor final de sus productos, ya que la gran cantidad de intermediación h

En la República Dominicana se hace perentorio el diseño de políticas públicas que acerquen al agricultor que produce alimentos en el campo al consumidor final de sus productos, ya que la gran cantidad de intermediación hace que el proceso sea poco rentable para los primeros, y poco económico para los segundos.
Durante el Desayuno Económico de elCaribe, Osmar Benítez y César Paniagua, respectivamente presidente ejecutivo y presidente del consejo de directores de la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD), explicaron ésta y otras problemáticas que enfrentan el sector agroindutrial en el país; como  son el poco acceso al crédito que tienen los productores y las dificultades que produce la irregularidad de la titulación de las tierras, todo lo cual lastra irremediablemente el despegue del sector. Paniagua fue recientemente nombrado en su cargo.

Según datos oficiales, el 85% del consumo local es satisfecho por la producción local. Benítez ve este dato como positivo, aunque aclara que debe ser sujeto de confirmación.

“Eso no quiere decir que el agricultor gane dinero o que estén satisfechas sus necesidades productivas y de rentabilidad en esa actividad”, señala Benítez.

“Puedo producir muchos plátanos y producirlos a un costo que, aunque el plátano llegue al mercado, mi costo es tan alto que no me permite ganar dinero”,  agregó.

Explica que un producto como los plátanos, en el campo, en el campo se vende a 3 pesos la unidad, mientras que en la ciudad, en colmados,  supermercados y camionetas se vende a 12 pesos, pagando el consumidor final una diferencia de 9 pesos.

En el sector mayorista el precio llega a cinco, seis y siete pesos, explica Benítez, hasta llegar al consumidor a los 12 pesos mencionados.

Sugiere la necesidad de crear mecanismos, como los mercados de agricultores, para acortar distancias entre productores y consumidores, de manera que el consumidor compre más barato y el producor pueda ganarle más a su cosecha.

“Eso requiere de políticas públicas orientadas definitivamente al tema de la comercialización”, recalca Benítez, señalando que esto es un desafío aún por enfrentar.

Pone como ejemplo el caso de los agricultores del estado de Nueva York, en los Estados Unidos, que todos los martes y jueves vende sus productos en carpas facilitadas por el estado en la intersección de la calle 181 con la avenida Broadway, en pleno centro de la ciudad, donde las personas compran productos frescos a precios asequibles.

Falta de créditos
Otro de los graves problemass que agobian al sector es la falta  de finaciamiento al sector, lo que limita mucho su crecimiento.

Los directivos de la JAD explican que anualmente las necesidades  de crédito para la productoción agropecuaria asciende a 38,000 millones de pesos (unos mil millones de dórales).

Las cifras  de las autoridades monetarias y financieras, explican que el sector bancario ha destinado apenas 18,000 millones al sector agropecuario, lo que deja un déficit de 20,000 millones de pesos cada año.

Esta situación hace que el  pequeño productor, al no ser considerado por la banca, se vea obligado, según Paniagua, a financiarse en el sector informal, con tasas  de interés por lo general más  altas y con menos protección, lo que tiene un impacto significativo en el costo de producción  ya que dispara el precio anual que el productor paga por el financiamineto, lo que se refleja en el costo de la comida.

De este exiguo financiamento, aproximada mente la mitad proviene  del Banco Agrícola y la otra mitad  de la banca comercial. Benítez destacó que las normas prudenciales de la banca obligan  a la misma a colocar los créditos agrícolas en calificación C o D, por el alto riesgo que conlleva.

Tierras irregulares
Paniagua también explicó la necesidad de la titulación de tierra de manera regular.

Muchos agricultores no poseen títulos de propiedad, únicamente la  posesión durante muchos años del terreno.

Otra problemática común es que el título muestra el nombre del dueño original, por lo general un pariente ya fallecido, y cuando sus sucesores  tratan de hacern una transacción esto representa un escollo.

“Más del 50% de las tierras del país no tiene título de propiedad, son terrenos comuneros, o son títulos que no han sido regularizados”, subrayó Benítez.

La JAd  está actualmente prestando el servicio de asistir técnica y legalmente  a los agricultores en los procesos de la legalización de tierras, con un programa llamado Protítulo, donde auxilian en el proceso de regularización, para colocar un instumento de riquezas en manos de los productores.

Esta es una de la ambiciones de la nueva  dirección de la Junta Agroempresarial Dominicana.

El futuro del sector agropecuario del país depende de que se puedan agilizar estos procesos, dijeron los dirigentes de la JAD durante su comparecencia  al desayuno de este diario.

Medio ambiente y empleo, de la mano

La agriculturas debe proteger el medio ambiente y ser compatibles con ellas. Ese el paradigma de los nuevos tiempos, según explica Paniagua.

“Hay cultivos que se han aplicado en terrenos que no son aptos para ellos.

Tenemos que abocarnos a unas zonificación, un estudio para ver dónde se puede sembrar los cultivos de manera sostenible.

Eso hay que hacerlo ya, porque mañana es muy tarde”.

Este hecho se enlaza con el punto de que, según explica Benítez, el sector agroindustrial es el mayor empleador del país. “Alrededor de 500,000 personas  dependen  de la agricultura, es medio millón de personas cuyas vidas giran en torno al campo”, dijo Benítez.

Esto hace aún más importante que se pueda crear un despegue de la agro industria, ya que el crecimiento y dinamización del mismo redunda en mejores sueldos y mejor calidad de vida para el campesino.

“Todavia alrededor del 30% de la población dominicana vive en el campo. Sin embargo, la tradicional preeminencia del sector se vio afectado por  el empuje del sector servicio a partir de la década de los años 70, cuando hubo una reorientación”.

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