Investigadores dicen que música folclórica de RD no es bien valorada

Hay una conceptualización de que la música folclórica no es una música de calidad, lo que le impide realmente tener una gran difusión. “Esa idea es un gran error”, sostienen investigadores como Dagoberto Tejada y Roldán Mármol.

Hay una conceptualización de que la música folclórica no es una música de calidad, lo que le impide realmente tener una gran difusión. “Esa idea es un gran error”, sostienen investigadores como Dagoberto Tejada y Roldán Mármol.

“República Dominicana cuenta con una extraordinaria diversidad de expresiones, lo que enriquece y le da esa gran dimensión a la música folclórica. Pero es una música folclórica no valorizada como se debe, y mucho menos comercializada”, afirma Tejada en una entrevista con elCaribe.

Pese a que algunos géneros de la música folclórica logran cierta popularidad, son muchas las expresiones que forman parte de la historia nacional. La mangulina, palos o atabales, guloyas, zarandunga, carabiné, perico ripiao, congos, bambula y el gagá, entre otros, permanecen vigentes en la cultura y tradiciones, aunque no con la misma fuerza que tenían en épocas anteriores.

Según el cantautor y folclorista Roldán Mármol, la música folclórica en nuestro país continúa desarrollándose y, contrario a lo que algunas personas creen, entiende que hay muchas manifestaciones que se sostienen.

“Las manifestaciones folclóricas existen en todas las regiones del país, en unas más que otras. Por ejemplo, en Santo Domingo Norte, Monte Plata, entre San Juan de la Maguana y Elías Piñas, en San Cristóbal, Santiago, San Pedro y San Francisco de Macorís, entre otras, hay expresiones significativas”, indicó. “En el caso de San Cristóbal existe y se mantiene el Festival de Atabales, en Sainaguá, el único de la tradición folclórica que ha sobrevivido de los que se iniciaron en los años 70, y que fue declarado Patrimonio Cultural Dominicano por parte del Congreso Nacional”, agregó.

En el año 2010, Los Guloyas de San Pedro de Macorís y Los Congos del Espíritu Santo fueron incluidos en la Lista de Obras Representativas del Patrimonio Inmaterial, por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés).

Roldán destacó que la mayoría de las personas que se involucran en estas actividades son de la tercera edad, porque “no hay una parte formativa y educativa, una base de reconocimiento y apoyo a esas tradiciones y eso hace que muchos jóvenes se distancien. “Mucho más en este momento de globalización y desarrollo de una cultura urbana como está pasando en la mayoría de los barrios del país. Eso hace que se produzca un distanciamiento entre la juventud y las manifestaciones culturales dominicanas y también va poniendo en riesgo el sostenimiento de esas expresiones”, dijo el artista folclórico.

Roldán explicó que, incluso, hay algunas manifestaciones folclóricas que han ido perdiendo su esencia, citando como ejemplo las fiestas patronales, donde ahora lo que se ve es “un grupo de personas con música urbana y carpas vendiendo ron y cerveza”, o en las peregrinaciones de Bayaguana en honor al Santo Cristo de los Milagros, donde ya no se tocan atabales; mientras otros, como las peregrinación a la Virgen de la Altagracia tienen menos presencia de grupos folclóricos y eso provoca que se vaya desvirtuando la tradición en el país.

Políticas públicas bien definidas

De acuerdo a los investigadores, hacen falta políticas públicas de revalorización y de apoyo a la música folclórica.

“Hay un apoyo, pero no es el que debería de ser para poder hacer una difusión y revalorización de la música folclórica. Tienen que ser definidas muchas más iniciativas y más políticas culturales”, afirma Dagoberto.

Sostiene que el folclor es un proceso dinámico y que hay ritmos que comienzan a desaparecer, como la mangulina, el carabiné, el guayubín, pero van apareciendo otras manifestaciones. “Entonces, es un proceso continuo, permanente, de dinámica social”, dijo el autor del libro “Identidad y magia. Bailes Folklóricos de la República Dominicana”, un libro y documental que publicara con el respaldo del Grupo Vicini.

“Lo que yo entiendo es que hace falta una política cultural más dirigida y orientada y de mayor nivel de impacto y de inversión económica; la música folclórica debería ser parte del curriculum, que éste, desde la primaria, sea parte de la motivación”, agregó Roldán.

De su lado, Edis Sánchez, cabeza de la Dirección Nacional de Folklore, dependencia del Ministerio de Cultura, dijo que dicha entidad tiene tanto en carpeta, como implementados, diversos proyectos para mantener viva la música folclórica.

“Formamos cinco grupos a nivel escolar y cinco a nivel barrial en sectores de alto riesgo en San Francisco de Macorís, San Pedro de Macorís, Azua, San Cristóbal, Ocoa, entre otras, y estamos desarrollando proyectos en Nagua, en Samaná, Bánica y Elías Piñas; además de otras propuestas implementadas con fondos aportados por el Ministerio para desarrollar grupos folclóricos a nivel nacional”, detalló el también músico y antropólogo.

Sánchez, quien lleva cuatro años presidiendo esta dirección, dijo que tanto en Bayona, Herrera, como en San Cristóbal, hay escuelas especializadas en acordeón, güira, tambora y palos o atabales, con más de 20 niños cada una, los cuales se presentarán en la Feria de Proyectos Culturales, del 4 al 7 de agosto en Bellas Artes.

Coincidió con Roldán y Tejada en que la música folclórica debería formar parte de los temas que componen el curriculum estudiantil, pero cree que ya se está implementando en algunas escuelas de tanda extendida. Agregó que la mangulina, el carabiné, la yuca y otras expresiones de cortes seculares y lúdicas han menguado un poco como bailes de salones, pero que aún aparecen expresiones en el sur.

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