La Patria que nació hace 168 años, no fue una aventura, sino la firme convicción de una generación de jóvenes inspirados en los más nobles ideales de redención.
República Dominicana no hubiese asistido a la fiesta que hoy celebra orgullosa, de no haber contado con el arrojo de una juventud que ofrendó sus vidas y bienes en aras de nuestra nacionalidad.
Salvo los integrantes de la sociedad secreta La Trinitaria, inspirada por Juan Pablo Duarte en los principios de Independencia y soberanía, la parte Este de la isla de Santo Domingo no creía en la separación.
Los conservadores nunca creyeron en que los dominicanos podían ser libres. Desde antes de consumarse el proyecto de nación, conspiraron contra la dominicanidad.
Pero esa juventud también fue capaz de maniobrar con el enemigo haitiano para hacer posible el surgimiento de la patria. Fue así como los independentistas se granjearon la adhesión de los reformistas haitianos, encabezados por Charles Hérald, acérrimo adversario del presidente Jean Pierre Boyer.
Fue así cómo los independentistas maniobraron y, cuando los haitianos advirtieron el surgimiento de la nueva patria, ya era tarde para reconquistar el territorio perdido. De ahí que cuando reaccionaron, las batallas del 19 y 30 de marzo, en Azua y Santiago, fueron los escenarios donde se consagró la dominicanidad que luego esos mismos sectores conservadores, que nunca creyeron en el proyecto de nación, conspiraran en su contra hasta lograr la anexión a España.
La Patria fue entonces malograda, pero luego fue reinvindicada.
Loor a Duarte, Sánchez y Mella, Loor a los jóvenes miembros de La Trinitaria, quienes demostraron que sí se puede ser libre y ser dominicano.