El gobierno acaba de revelar las estimaciones de la evolución de la pobreza monetaria con datos hasta septiembre de 2014. Como en el pasado reciente, los resultados del informe del Ministerio de Economía sorprenden y confirman los que había ofrecido meses atrás con datos hasta abril de ese año.
Según las nuevas cifras, entre septiembre de 2013 y septiembre de 2014, la proporción de hogares con ingresos de pobreza se redujo desde 41.8% hasta 35.5%. Algo similar indicó que había pasado desde marzo de 2013 hasta marzo de 2014. Cabe recordar que estos datos se obtienen comparando los ingresos de los hogares con el costo de una canasta básica de bienes y servicios, y no se refiere a la población que vive en condiciones de pobreza como habitar una casa con piso de tierra o no tener servicio de agua dentro de la vivienda.
Los primeros resultados ofrecidos el año pasado y que indicaron una sorpresiva y significativa reducción de la pobreza fueron recibidos con escepticismo. Sin embargo, el esfuerzo analítico que hicieron los colegas del Ministerio para explicarlos y discutirlos, junto a estas nuevas estimaciones que reiteran los hallazgos anteriores, obligan a pensar con más detenimiento el fenómeno.
Hay quienes, de entrada, descartarían esos datos porque no coinciden con las percepciones generales de la población, y porque con demasiada frecuencia el discurso del triunfalismo económico ha abusado de las cifras. Las dudas son muy entendibles, pero para ser justos hay que recordar que ha sido ese mismo ministerio y su equipo técnico el que, por varios años, había venido ofreciendo resultados que revelaban que la pobreza cedía poco.
Además de reiterar que en apenas un año la pobreza de ingresos se redujo notablemente, otros elementos llaman la atención y levantan muchas preguntas. Uno de ellos es que, distinto a los resultados anteriores, la pobreza no sólo se redujo en las zonas rurales, sino también en las urbanas. Pero, ¿qué elementos hay, tanto en las zonas urbanas como en las rurales, que permitan explicar satisfactoriamente una reducción de la pobreza de ingresos de esa magnitud? El año pasado el Ministerio sugirió que la responsabilidad pudo haberla tenido la nueva política de apoyo a iniciativas de pequeños productores rurales. Pero esa explicación no parece suficientemente robusta en especial porque el alcance de las intervenciones es limitado.
Mientras tanto, ¿qué ha pasado en las zonas urbanas que haya sucedido algo parecido? Tampoco parece haber una explicación clara. Algunos pudieran argüir que los programas de crédito y de apoyo a las microempresas han influido en ello, pero la verdad es que tampoco parecen ser tan grandes como para reducir en varios puntos porcentuales la incidencia de la pobreza.
Además, los datos del empleo tampoco respaldan una mejora en el bienestar general en el nivel que lo indicarían las estimaciones de pobreza. Los empleos que se están creando siguen siendo insuficientes y precarios.
Otra explicación pudiera ser que aunque un número inusualmente grande de hogares incrementó su ingreso sólo lo suficiente como para dejar de ser pobre de acuerdo a la definición, en lo fundamental poco cambió, y que en cualquier momento esa población puede retornar a la pobreza. Sin embargo, el informe del Ministerio indica algo distinto: que la población con ingreso de pobreza se redujo en más de 560 mil, que la población en estrato de clase media, es decir, alejada de la pobreza, creció en más de 570 mil, y que la población vulnerable, o sea, aquella no pobre, pero muy cerca de serlo, se incrementó en casi 290 mil, mucho menos que el aumento de la clase media.
Otra vez, los resultados son sorprendentes y de difícil explicación. ¿Qué está detrás de esos datos? ¿Qué con sólo unos pocos pero positivos cambios se puede lograr mucho? ¿Se trata de cambios frágiles y temporales como por ejemplo hasta que se terminen las escuelas en las zonas rurales? ¿Cómo es posible que esté ocurriendo esto mientras dos tercios de la población cree que la economía va mal o muy mal, el 52% cree que su situación económica no es buena, y el 86% piensa que los pobres tienen muy poca o ninguna posibilidad de salir, de dejar de serlo?
Estas preguntas merecen el esfuerzo de tratar de responderlas.