El mejoramiento y ampliación de las redes viales, con la construcción de nuevas carreteras, afianzan el desarrollo de la nación y cuanto pueda hacerse dentro de los límites que impone la racionalidad en el uso de los recursos públicos, debe ser bien recibido. Por eso constituye un inapreciable aporte al progreso, la puesta en servicio de los dos primeros tramos de la circunvalación de Santo Domingo, que en virtud de un decreto del presidente Danilo Medina se conocerán con el nombre del expresidente Juan Bosch, lo mismo que el tramo faltante, ya en plena ejecución.
Como ha dicho el ministro de Obras Públicas, Gonzalo Castillo, esta obra marca un hito histórico en el campo de la construcción de infraestructura, porque permite entrelazar las tres regiones del país, desde el remoto sur, hasta el extremo oriental y la región del Cibao, lo cual, una vez terminada, reducirá enormemente el tráfico por Santo Domingo, facilitando la fluidez del tránsito, con un apreciable ahorro de combustibles, y por ende de divisas, y una mayor y rápida interconexión con las zonas productivas del país. Todo eso se traducirá en una reducción de costos para el comercio, la industria y, sobre todo, para las familias, promoviendo, además, el turismo interno.
Si a esto se agrega la construcción ya en fase muy avanzada de la carretera Piedra Blanca-Ocoa, el país poseerá una de las mayores y modernas red vial de toda la región, permitiendo un rápido, seguro y confortable traslado de lugares de un extremo del territorio al lado opuesto, con un ahorro de tiempo y recursos verdaderamente loable, interconectando zonas productivas hasta hace poco virtualmente aisladas con los centros de consumo más importantes de la nación.
La inversión del gobierno en carreteras, puentes y otras obras de infraestructura, con un uso racional del peaje y la red fiduciaria, constituye uno de los más importantes aportes al desarrollo de la República.