Cuando se toca el tema de las fantasías sexuales son muchas las excusas que caben para no ser partícipes de este ejercicio mental, que a veces se vuelve realidad.
“Jamás le pediría a la madre de mis hijos realizar las cosas que vienen a mi mente”, comentaba Carlos (nombre falso) al unirse a la conversación sobre las experiencias que durante mucho tiempo ocupan el cerebro de los seres humanos.
Por otra parte y en una reunión sólo de mujeres, Altagracia decía con un enfático tono de exclamación: “Pero, ni pensarlo le digo a mi marido que me gustaría tener sexo en la arena de la playa. ¿Qué va a pensar de mi? Dirá que me he vuelto una cualquiera”.
Estas y muchas otras son las reacciones que hoy en día continúan teniendo miles de personas con relación a manifestar sus propias fantasías.
Sin embargo, este no es el único de los obstáculos por los que pasa esta mal interpretada práctica psico-sexual. ¿Qué pasa cuando uno de ellos desea hacer realidad una fantasía sexual con su pareja y ésta no se siente en disposición de cumplir su sueño?
De acuerdo con el terapeuta sexual Ramón Almánzar, del Instituto de Sexualidad Humana, una de las consecuencias más comunes es “que la pareja que fantasea, que en la mayoría de los casos es el hombre, busque otra persona para realizar esa ilusión”.
Manifiesta que por lo regular es muy extraño ver que la mujer sea quien tenga las fantasías, no porque no las posea, sino por la cultura que existe de que “ella es siempre la que accede”. De todas formas, entiende que eso se da básicamente en las mujeres mayores de 25 años, debido a “que la generación actual de adolescentes está más abierta a pedir lo que realmente le satisface”.
Conocerse es importante. No obstante, algunos especialistas destacan que un punto importante es conocer bien a la pareja y saber qué cosas puede o no hacer, qué le gusta, qué le molesta. La comunicación y compenetración es un factor a destacar, ya que siendo el cerebro el mayor órgano sexual, no debe verse obstaculizado por factores de ambiente o tensión, esto desbarataría la fantasía.
Los expertos coinciden en que las fantasías sexuales no son malas. Al contrario, ayudan a la relación marital, siempre y cuando no provoquen daño a la pareja o a otras personas del entorno.
En este sentido, Almánzar refiere que una fantasía sexual se sale de contexto cuando en ella se involucra alguna actividad con niños, cuando se maltrata tanto psicológica como fisicamente a la persona, entre otras.
Sacar fuera esos pequeños sueños sexuales reprimidos y experimentarlos no está de más. Si resulta, sólo hay que volver a soñar con los pies puestos en la tierra.
Cumplen varias funciones
Las fantasías sexuales cumplen con varias necesidades. Generalmente tienden a completar una necesidad insatisfecha, cuando ésta se logra, ya no se necesita de esa fantasía en particular.
Algunas personas acuden a ellas para separarse de su pareja real durante la relación sexual, en su cabeza están con otro. Otras recurren a ellas para salir de la rutina del encuentro, incluyendo o no a su pareja en su imaginación.
Otras las utilizan para hacer con su mente lo que no harían con su cuerpo. Otras las utilizan simplemente para enriquecer el momento sexual. Hay quienes fantasean estando solos, y en su autoestimulación se sienten acompañados.
Una fantasía puede ser muy erotizante en un momento de la vida, perder su estímulo durante un tiempo y volver a recuperarlo más adelante.