Los ilusionistas consiguen que sus audiencias se concentren en las cosas más obvias y predecibles de sus espectáculos, y no en lo que ellos quieren pasar por debajo, sus trucos mañosos, sus engaños. Un público entretenido con movimientos y ruidos hacia lo intrascendente deja pasar cualquier cosa, deja pasar lo que realmente es importante para el timador. El ilusionismo es práctica cotidiana en los negocios, en el amor, en las relaciones personales, en la vida cotidiana, pero donde se supera a sí mismo es en la política. Hacer gran despliegue mediático e involucrar a gente supuestamente seria y responsable, como en los actos de las “veedurías”, ha permitido que los ilusionistas consigan pasar sus verdaderos propósitos, embaucar descaradamente a sus ciudadanos.
En ese circo que es la política ya no necesitan mujeres barbudas, elefantes o domadores de leones; el Cirque du soleil ha enseñado que la gente babea más con puras representaciones y musiquita. Hoy toca el circo Aristy Escuder-Ayuso-FB, ayer lo fueron los Tucanos y antes de ayer el “Embargo a Félix Bautista”. Mañana serán el ébola, nuevos nombramientos o vaya usted a saber qué otra cosa; los ilusionistas tienen el sombrero y las mangas llenas de novedades.
Nuestras instituciones, leyes, ideas, artes, y en fin, nuestra civilización entera, están fundadas en la noción de que las personas están dotadas de libertad, pero ¿se puede fundar una sociedad sobre ilusiones fraudulentas, coartando la libertad de decidir?. Tenemos una relación intencional con las cosas que percibimos, las cosas están incluidas en la percepción de uno como una intencionalidad; que te engañen, es engañar toda la vida.
Hemos entrado en la dinámica del engaño, en la de hacer cortinas de humo para cubrirse las espaldas. Hacer magia presentando un discurso de hacer lo que nunca se ha hecho y corregir lo que esta mal; para no hacer nada, saltar charquitos y visitas sorpresa, o decir que se está en “shock” por la realidad que todos vemos sin ninguna magia. Puro actos circenses de aprendiz de mago. Ya van para tres años y nada, sólo ilusiones y más de lo mismo.
Para los budistas, la extinción del yo implica la extinción de la ilusión. Estamos en un “yoísmo” que nos hace cada vez más débiles e ilusos. Escisiones de partidos, nuevos partidos, nuevos “líderes” de pacotilla incrustados en la nómina del Estado o el Presupuesto Nacional.
Un testigo silencioso, nuestra conciencia, que no se deja ilusionar, que nos mira perplejo como la vamos extinguiendo, desapareciendo como en acto de magia, nos aguarda en la esquina cual Pedro Navaja: diciéndonos que estamos peor, que estamos en nada, en un circo de mala muerte.