Santiago.-La Iglesia católica lamentó que en el caso de las relaciones dominico-haitianas se pierdan cientos de horas promoviendo el rencor y el odio en ambos lados de la frontera.
“En este peregrinar hemos escuchado voces que pregonan el juicio final para ambos pueblos. No dejan espacios para la reconciliación y la búsqueda de alternativas que llenen los suelos de ambas naciones de semillas de progreso compartido”, apunta.
Entiende que el encuentro con representantes de los gobiernos dominicano y haitiano, celebrado en Juan Dolio, San Pedro de Macorís, el pasado 10 de julio, abre las puertas para una nueva etapa en la vida de ambos pueblos.
Sin embargo, espera que los acuerdos firmados, entre ellos, protección de las inversiones y seguridad jurídica, y los temas sobre flujos migratorios, documentación de los nacionales de ambas naciones, y concertar un tratado de extradición permita la persecución del delito de fugitivos que buscan refugio en ambas naciones, se concreticen y sean respetados.
Plantea que llegó el momento del entendimiento, debido a que estos nuevos tiempos de globalización de la esperanza claman una respuesta positiva, dejando atrás todo aquello que impide hacer realidad la cultura del encuentro de la cual habla el Papa Francisco.
“El caso de las relaciones dominico-haitianas. Cuantas horas perdidas promoviendo el rencor y el odio en ambos lados de la frontera”, indica en el editorial del semanario Camino.
Refiere que en los grandes conflictos mundiales siempre han terminado en la mesa del diálogo y la reconciliación y el respeto a las diferencias llegan, mientras cada bando tiene que ceder algo para alcanzar la paz.
Sin embargo, refiere que lo penoso es que esa actitud no se considere antes de la catástrofe y el exterminio de poblaciones enteras que tienen que sufrir los rigores y atrocidades de la guerra.
“En otros escenarios también se da otro tipo de guerra que es permanente y caracterizada por el desencuentro y la falta de visión para encarar un futuro compartido”, puntualiza.
Llama aprovechar tantas oportunidades que brinda el destino y pie aprender de otras naciones que comparten fronteras, y están ejecutando proyectos comunes en áreas técnicas, ecológicas, educativas, industriales y culturales.
