La mujer en el arte ha sido más bien “tema” de artistas; los museos están llenos de escenas de mujeres desnudas, o que han sido temas amenazantes para artistas con fobias o demasiado interés hacia las mujeres. También han tenido presencia como ilustradoras de cuentos, generalmente infantiles, o como gestoras culturales. Pero la mayor parte de las veces han sido asistentes, modelos o amantes. Con excepciones que confirman la regla: Sofonisba Anguissola, Camille Claudel, Tamara de Lempicka, Frida Kahlo, Louise Bourgeois, Leonora Carrington. Localmente Adriana Billini, Celeste Woss, Clara Ledesma, Amaya Salazar, Rosalba Hernández, Kenia Brea o Hulda Guzmán, para citar algunas que prefiero.
Hulda Guzmán presentará la exposición titulada IN JOY el 12 de diciembre en una casa particular, convertida en galería temporal, en la calle Arzobispo Nouel con calle Hostos. Será una exposición importante para ella, para los artistas y para el país. Importante porque veremos a una mujer exponerse exponiendo sin miedos. Gran parte de las obras tratan temas que podrían calificarse de sexo explícito en cuanto a la imagen representada. Y eso, el sexo explícito, en arte, es casi tabú. Pero lo del sexo explícito es casi anecdótico para esta exposición.
Hulda expondrá trabajos interesantes porque nos mostrará cómo una joven artista puede narrar visualmente de forma maravillosa, aún con las limitaciones de la bidimensionalidad.
La narración visual de historias en artes plásticas es difícil. Pocos lo consiguen con destreza y convicción. Los maestros de la narración visual plástica han sido los orientales; chinos y japoneses. Hay otro tipo de narración visual, que son los sueños, y en especial las pesadillas. En ellos sentimos toda la fuerza de la imagen, imágenes que nos horrorizan en pesadillas o llenan de placer en sueños de otro tipo.
Hulda Guzmán tiene la habilidad de saber narrar historias con imágenes cargadas de significado y emociones. También tiene importantes autorretratos con los que logra una escalofriante hondura de expresión psicológica y entonces su severidad cobra un aire de grandeza. Sus retratos muestran a personas de su grupo íntimo: Dalton, La creadora de picnic, Gustavo, Ricardo Ariel, o su padre Eddy. Rostros perfectamente reconocibles en sus narraciones visuales, en sus historias, demostrando su habilidad para conseguirle “el parecido” a sus retratados.
En otras de sus obras aparecen amplios paisajes, que en su caso sirven de fondo, en los que llama la atención la minuciosidad en los detalles. Espesa flora con fondos negros que no llega a ser naturalista, es una sabia dosificación de zonas de color que el negro delimita y hace resaltar. Aísla los rojos, azules, amarillos y morados con un trazo negro que los dramatiza. Una exposición que hay que ver.