“No, no es verdad que los varones siempre estemos al quite de un impulso sexual. Solo es una idea preconcebida que conviene desterrar cuanto antes”, dice el doctor José Benítez Molina, especialista en sexualidad masculina y director médico de Boston Medical Group, y añade:
“A los hombres también nos afectan los requiebros de la rutina diaria, las obligaciones laborales, los problemas que surgen en la relación de pareja, la crianza de los hijos o las enfermedades orgánicas y psicológicas”.
La falta de deseo sexual o libido en el varón, rompecabezas vinculado tradicionalmente a la mujer, es un problema creciente en las consultas médicas y psicológicas: “Esta cuestión aparece como tercera causa de disfunción sexual masculina por detrás de la disfunción eréctil y la eyaculación Precoz”, destaca.
¿Sexo in mente?… No, los hombres no son robots sexuales
Aunque la práctica sexual libere endorfinas -neurotransmisores- y esto ayude a disminuir el estrés rápidamente, lo más habitual es que la inmensa mayoría de los hombres lleguen a casa con el agotamiento propio del ajetreo sociolaboral, por lo que ni siquiera se plantean la posibilidad de tener relaciones sexuales, ni solos ni acompañados.
“Después de una jornada agotadora solo quieren relajarse y descansar, aunque sea cierto que el estrés relacionado con el trabajo provoca una disminución más que sensible en la frecuencia de las relaciones sexuales y, por ende, de su deseo sexual”, afirma el doctor Benítez.
los motivos que lleva a la pérdida del deseo sexual, así como los problemas de pareja enquistados, la falta de comunicación de tú a tú, el distanciamiento, las discusiones, los conflictos, el sempiterno pitidito del teléfono móvil o las ineludibles obligaciones familiares.
La sexualidad deprimida por la enfermedad
El deseo sexual también se ve mermado por las enfermedades orgánicas como los trastornos del tiroides o los niveles altos de prolactina -hormona que en los hombres inhibe el deseo sexual-, así como por el déficit de testosterona, habitual en la andropausia masculina:
“Alrededor de un 80% de los hombres comienzan a sufrir un descenso de su capacidad sexual a partir del medio siglo de vida, más aún a medida que avanzan hacia la vejez. Disminuyen su vigor físico, su fertilidad o su rendimiento sexual, y aparecen, además, alteraciones en su comportamiento social”, apunta el doctor Benítez.
Pero este déficit de testosterona puede notarse en etapas más jóvenes de la vida provocado de forma anómala por enfermedades como el hipogonadismo, la diabetes, la obesidad, la hipertensión, el cáncer o por el abuso del tabaco y el alcohol.
“Tanto la disfunción eréctil como la eyaculación precoz generan, a la larga, asociaciones negativas con la relación sexual de pareja, dos incapacidades que tienen solución pero que provocan vergüenza y frustración, sentimientos que pueden desencadenar, a su vez, en una pérdida del interés y del deseo sexual”, subraya.
Algunos medicamentos, como los antidepresivos, y algunos fármacos para la hipertensión y para la próstata se asocian a la falta de la libido masculina.
La medición de los niveles de testosterona y la terapia sustitutiva ofrecen, en manos expertas, otra magnífica opción si la causa es este déficit hormonal.
“Cuando haya una causa orgánica, un desorden hormonal o algún efecto secundario de un fármaco, el tratamiento médico oportuno podrá solventar el problema. La terapia combinada, psicológica y farmacológica, es una buena opción, así como la supresión de medicamentos o conductas inapropiadas en los hábitos de vida”, indica.
“El control de enfermedades, llevar una vida más activa, dormir lo suficiente, evitar los niveles de estrés y tener una comunicación franca, abierta y cordial con la pareja ayuda a evitar que los aliados de la falta de deseo sexual se posesionen en nuestro organismo y disminuyan nuestra calidad de vida”.