Después de llegar a su accidental destino, Cristóbal Colón navegó desde Guanahaní por buena parte del archipiélago Lucayo -Cayos de la Bajamar- hasta llegar a grande isla que logró circunnavegar sin fracaso que lo llevó a percibir que se encontraba en el continente (tierra firme) de Asia –India, y que por tanto confirmaba así su preconcepción de que la redondez del mundo permitía el viaje de oriente a occidente o viceversa viajando hacia sentido geográfico cualquiera; es decir, rumbo al Este o al Oeste.
También debió ser ese un punto de aprendizaje de la diversidad cultural y lingüística de los habitantes isleños, que él mismo definió como parlantes de una lengua que no era entendida por los intérpretes orientales que llevó en su viaje, mucho menos por rabino contratado para identificar el hallazgo de tribus bíblicas que también contrató.
Sería allí, en la isla de Cuba, donde encontrarían los lucayos que raptó en Guanahaní, y usó como intérpretes, donde se percatara de la existencia de otra lengua del área, porque sus cautivos lucayos no pudieron entender alguna lengua caribeña, tal vez la de Guanahatabeyes, en un encuentro que Las Casas describe así: “ …con gran sorpresa de todos, un … indígena … llevado a bordo de las carabelas, no puede entender el lenguaje de los otros taínos que lo acompañaban”. Parece obvia la elucubración de que no pudieron entenderse por tener diferencias culturales y lingüísticas.
Abundando sobre la diversidad de las lenguas aborígenes de nuestra isla de Haití, en torno a los ciguayos y los maçorixes, Las Casas nos ilustra: “un gran pedazo –- desta costa, … era poblada de una gente que se llamaban mazoriges, y otras cyguayos, y tenian diversas lenguas de la universal de toda la isla. No me acuerdo si diferían estos en la lengua, como bástan los años, y no hay hoy uno ni ninguno á quien lo preguntar, puesto que conversé hartas veces con ambas generaciones, y son pasados ya más de cincuenta años”. Pero ciguayo era nombre no ciguayo, sino taíno, como lo deja ver Las Casas: “ … esto, al menos, se de cierto, que los cyguayos, por donde andaba agora el Almirante, se llamaban cyguayos porque traían todos los cabellos muy luengos, como en nuestra Castilla las mujeres…”. Hay otras preocupaciones por los ciguayos por parte de Bartolomé de las Casas, que cuenta la desgracia de Guarionex con palabras de admiración y bondad hacia un cacique respetuoso, y la explica como originada por la violación por un capitán español de una de sus esposas, y de su forzado asilo entre los ciguayos cuyo cacique, Mayobanex, tal vez cuñado suyo, lo defendió con heroicas expresiones que tal vez están fuera del contexto simbólico de una sociedad arcaica en proceso de extinción.