Es probable que si uno de sus hijos no escucha cuando se le habla, no presta atención en las conversaciones, cuando inicia sus tareas se le dificulta realizarlas, las entrega incompletas y no cumple normas; y además, en la escuela corre sin control, molesta a sus compañeros, muerde objetos con frecuencia, interrumpe la clase y se involucra en peleas, puede que padezca el Trastorno de Antención por Hiperactividad (TDAH), explica la terapeuta del centro Vida y Familia Ana Simó, Nicole Galván.A partir de estas características, este trastorno del neurodesarrollo en la infancia es descrito como una perturbación de la conducta que puede presentar síntomas como la inatención, incapacidad para terminar una actividad, hiperactividad e impulsividad, el cual se puede dividir en tres tipos: inatento, hiperactivo e impulsivo y tipo combinado, indica Galván.
A pesar de que las señales de esta condición pueden estar presentes desde muy temprana edad, la terapeuta aclara que se diagnostica después de los siete años, cuando el infante haya iniciado su año escolar. “Son niños que pueden tener dificultades académicas y de aprendizaje. Les cuesta seguir instrucciones, pueden provocar múltiples quejas conductuales por parte de la escuela, así se afectan sus interacciones sociales con otros niños”, expresa.
Actualmente, no hay una causa concluyente que se haya asociado a este trastorno, sin embargo, sí se ha identificado algunas condiciones que influyen en sus manifestaciones, comenta Galván.
Por esta razón, sostiene que el diagnóstico de TDAH debe hacerse por observación, con una evaluación integral, donde se incluyen varios especialistas, porque hasta ahora no hay ninguna prueba que pueda detectarlo.
Por ejemplo, cuando un niño es diagnosticado con este trastorno tipo hiperactivo, es porque mueve en exceso la manos, pies o le cuestas permanecer sentado en su asiento, y puede correr o saltar excesivamente en diversos lugares de forma inapropiada. De igual forma, tiene dificultades para jugar con otros niños o dedicarse de manera tranquila a actividades de ocio, pueden hablar en exceso, así como contestar antes que el adulto termine de hacerle algunas preguntas.
A raíz de esta situación, se recomienda llevar al niño o niña a evaluación con varios especialistas, como el neurólogo, psiquiatra infantil o psicólogo clínico. Entonces, de esta forma conseguir un diagnóstico y poder crear un plan de intervención conductual para que ayude al infante. En algunos casos, el neurólogo o el psiquiatra puede recomendar tratamiento farmacológico para reducir los niveles de energía y mejorar la atención.
Con relación al rol del psicólogo clínico ante este desorden de la conducta, los niños son sometidos a terapia conductual, psicoeduación y orientación, manifiesta Galván.
No puede quedar de lado el ambiente escolar donde se desarrolla el niño afectado, por lo que Galván aconseja a los colegios tener pocos alumnos por aula, y que se capaciten para manejar este tipo de diagnóstico.
Cuando el pequeño es sometido a terapia cognitivo-conductual es orientado a hacer conciencia sobre su comportamiento, y si tiene problemas para socializar se le ayuda a reconocer cómo piensa y reacciona en sus interacciones con los demás . En conclusión, se le enseña a entender cómo su conducta afecta a las personas que le rodean.
“Los padres y profesores deben mantener una actitud positiva ante los niños afectados, porque este no se comporta de esa forma porque quiere, sino por su trastorno”, dijo Galván.
Los padres deben involucrarse
Tener un niño en la familia diagnosticado con TDAH, representa desafíos. A algunos padres se les dificulta la crianza y hasta llegan a fustrarse por no poder solucionar la situación de conflicto que genera este trastorno en el hogar. Esta es una de las razones por las que los psicólogos aconsejan a la familia buscar la ayuda de un profesional que pueda orientarlos acerca del TDAH. Aunque las medicinas forman parte del tratamiento de los niños para mejorar esta condición, los padres y los profesores también deben involucrarse durante el procedimiento. Según los expertos, la capacitación sobre las habilidades de los progenitores o tutores ofrece nuevas maneras de manejar los hábitos inapropiados de este desorden del carácter. Para esto, deben tener estrategias como: Estructuración del ambiente: hábitos, rutinas, organización, planificación, horarios, órdenes, normas. Externalización de la información: carteles, fotos, dibujos, relojes, contadores, señales acústicas. Internalización de los procesos: guía externa de la conducta, pensar en voz alta, repetirse la orden, modelado cognitivo , autoinstrucciones a trabajar con la imaginación ( el pasado y el futuro). Existe el tratamiento de interacción padre-hijo para aquellos niños cuyas conductas causan problemas serios en el hogar o en la escuela. Este método está diseñado para los niños cuyas conductas agresivas son muy diferentes de las usuales para su edad.