El candidato presidencial del Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD), Hatuey de Camps, calificó este martes como una burla el hecho de que el personal de la Junta Central Electoral incumpliera con el conteo manual y el levantamiento de actas acordado con los partidos de oposición.
En un documento en el que esgrime sus valoraciones sobre el pasado proceso electoral, el veterano dirigente político señaló que hubo serios problemas con el funcionamiento de los colegios electorales, empezando con la renuncia sorpresiva de miles de técnicos contratados por la JCE, así como las fallas de los equipos de conteo de votos.
“Por ello fue que propusimos que el conteo manual se realizara, ya que estas elecciones debieron servir de transición para la implementación de nuevas tecnologías. Se ha demostrado que aún hay muchas cosas que resolver en ese sentido”, afirmó.
Hatuey de Camps, dijo que es una obligación del órgano electoral llevar a cabo un conteo de votos y cotejo adecuado de actas de los colegios electorales, ante las “deficiencias, irregularidades y actos dolosos en estas elecciones”.
Primaron intereses particulares
En otro orden, De Camps recordó que desde hace tres años su partido estuvo inmerso en el proceso de unificación de la oposición, lo cual no fue posible, debido, principalmente a que en los distintos partidos y sus dirigentes aún priman intereses particulares por encima de los nacionales.
“Cuando propusimos la unidad de la oposición lo hicimos para poder evitar los problemas que el pueblo ha sufrido en estas elecciones. Cuando planteamos la unidad de la oposición lo hicimos para compactar la voluntad política del pueblo y tener la fuerza moral conjunta de requerir que la ley y los procesos fueran respetados”.
Dijo que a estas alturas se dificulta reclamar de manera unitaria lo que hace meses se veía venir, pues “la inmediatez de nuestra oposición ha sido el mejor apoyo con que ha contado la reelección presidencial”.
Recordó que para desplazar del poder a Joaquín Balaguer fue necesario formalizar los acuerdos de Santiago y posteriormente el de Santo Domingo, mientras que en Chile fue necesario la misma unificación monolítica de la oposición para desplazar al dictador Augusto Pinochet.