El principal candidato presidencial de oposición, Luis Abinader, del Partido Revolucionario Moderno ha logrado por fin que el gobierno le tome en cuenta. Y tal vez haya despertado extemporáneamente con ello una maquinaria electoral que él no posee y que podría ser decisiva como ya ha ocurrido en las últimas campañas electorales. En la inauguración del paso a desnivel de las avenidas 27 de Febrero y Privada, el ministro de Obras Públicas, Gonzalo Castillo, sin referirse a recientes declaraciones del líder opositor de que el presidente Danilo Medina no le habla al país porque “no tiene logros” que mostrar, enumeró una interminable lista de carreteras y puentes construidos por el gobierno y otra igual en proceso de construcción que estarían listas para antes del 16 de agosto próximo, aclarando que se trataba sólo de las obras bajo responsabilidad del ministerio que dirige.
Horas después, el presidente Medina aprovechó el acto de proclamación de alianza con el Partido Popular Cristiano, para hacer también referencia a las obras puestas en servicio durante su administración y de paso anunciar que en enero le tendrán en las calles en plena campaña, recordándole a su adversario que con menos del 30% de simpatía no se ganan elecciones. El hecho es que la campaña con vista a las elecciones está en marcha y el candidato del PRM, que es un político decente y bien formado, con un gran futuro, puede hacer mucho para evitar que la confrontación electoral derive en choques y alusiones personales.
A diferencia de otras campañas, donde la rivalidad alcanzó los extremos por las partes, en esta ocasión, tratándose de dos caballeros de la política, el país confía que en los duros meses de proselitismo que nos aguardan se respetarán las normas elementales del buen decir y el respeto mutuo. Así lo creo por parte del Presidente, que obviamente preferirá seguir hablando con sus hechos, y así también por la otra parte.