Silvia de Pou tiene una gracia natural tanto para cocinar como para hablar. Lo digo porque no estudió ni gastronomía ni comunicación, pero ambos los maneja con una destreza que envuelve. Es imposible no quedarse a escucharla, no probar lo que cocine, aunque parezca el invento más descabellado. Y es que hay talentos con los que indudablemente se nace. No es casualidad que al mezclarlos, consiguiera la más exquisita de las recetas: la del éxito.
Silvia nunca pensó que avanzaría al siguiente siglo (inició en los años 70) y, aunque ya lleva retirada cinco años por razones de salud, hay alguien que promete llevar bien lejos el legado de Mujer 2000. Su nieta, Patricia Castillo de Pou, la que no solo comparte su simpatía y sencillez, si no también ese don para preparar recetas deliciosas (lo comprobamos).
Silvia y Patricia representan dos generaciones unidas por los sabores, por el amor a los ingredientes bien mezclados y el de mostrar sus afectos a través de un buen plato. Una con 37 años de experiencia la otra con apenas tres, nuestras entrevistadas están seguras de que lo que hacen, lo hacen bien, (sin ganas de alardear) porque no olvidan nunca agregar su ingrediente secreto: el amor.
P Generalmente, la cocina es una herencia que se transmite de generación en generación. Sin dudas, Patricia lo aprendió de usted, pero… y usted (Silvia), ¿de quién lo hereda?
Tengo tías lejanas que les gustaba cocinar y lo hacían muy bien. De ahí es que viene lo mío. Desde pequeña me fui inclinando pero nunca tomé clases. Es una cosa innata en mí. Pero ya en la trayectoria de hacerlo en los medios de comunicación (televisión y prensa) soy la pionera.
P ¿Y cómo se da su entrada a los medios de comunicación?
Me inicié en la televisión a través de mi prima Graciela Henríquez, que tenía un programa de televisión y me dio la sección de cocina. Para cuando terminó, ya me había entusiasmado, entonces saque mi propio espacio en Rahintel: Mujer 2000. A la par, comencé a sacar las recetas en el periódico El Caribe. Según las hacía en la televisión, las mandaba al periódico. Pepe Bonilla me dice que por qué no saco un libro. Él fue quién me motivó a hacerlo y como tenía todas las recetas, tanto para el periódico como para la televisión. De ahí surgió el primer libro Mujer 2000.
P ¿En qué fecha hace la primera publicación?
El primer tomo salió en 1975. Son cinco mil ejemplares de cada edición. Ese primer tomo tiene 35 ediciones. Quince años después surgió el segundo tomo. El tercero fue en el año 2000, el cual fue el ganador del mejor libro de cocina latinoamericana a nivel mundial, celebrado en París.
P ¿Por qué Mujer 2000?
Ramón Puello Báez trabajaba en Rahintel y cuando le dije del programa que quería, le pregunté: ¿Cómo le voy a poner? “Vamos a ponerle Mujer 2000”, me dijo. Estaba seguro que era para el futuro, que tendría mucho tiempo en el aire. Yo le dije que no llegaría ni al 2000… y ya estamos en el 2013.
P Tener a Silvia como referencia, como muchas mujeres dominicanas, y que además sea tu abuela, ¿fue esto lo que te motivó a dedicarte a la cocina?
Crecí en casa de mi abuela. Mi hermano y yo somos sus hijos más chiquitos. Cada vez que ella grababa los programas, yo estaba ahí, metida en la cocina, mirando. Ella siempre trataba de involucrarnos. Crecí con eso. Pero a la hora de decidir, no me quise ir por esa rama, porque era quisquillosa con comer algunas cosas y me decía: “me van a poner a comer aguacate y no voy a comer eso” (risas). Entonces estudié Diseño de Interiores y me fui a hacer el postgrado en Argentina. Llegué al país, trabajé en esa área, pero al final descubrí que eso no era lo que yo quería. La cocina corría por mis venas.
P Patricia, pero tú te has inclinado más al área empresarial… Sí. Mi madre tenía una compañía de eventos y le dije un día: “Pero ven acá. Todos esos catering que tu contratas, yo los puedo hacer”. Así empecé poco a poco a tomar algunos cursos, y con la ayuda de mi abuela, la de mami (que no cocina a nivel profesional, pero si lo hace muy bueno, a pesar de que no le gusta el calor de la cocina), me fui involucrando. Ya tengo con Mujer 2000 Catering desde 2010.
P Los chefs siempre tienen un ingrediente secreto. Sé que si me lo dicen ya no lo es, pero al menos revélennos uno indispensable.
Ambas: ¡El amor! (risas). Silvia: Ella se ríe porque mi esposo en una ocasión me pidió rápido un Tipile. Él me dijo: “Ese tipile como que no quedó muy bueno”. Y le dije: “Con tanto amor que te lo hice”. “La próxima vez hazlo con ingredientes”, me respondió (risas).
Y yo te puedo garantizar que Patricia es una buena alumna, que le gusta la cocina desde pequeña y que todo lo que prepara, con el amor y con los ingredientes (risas), pues lo hace muy sabroso y ha tenido un gran éxito en los eventos tanto para los buffets más grandes como para pedidos pequeños. No solo en los platos sino también en su presentación. Ha unido la cocina con la decoración.
Patricia: La gente come por los ojos. Si no lo pones bonito, no se lo comen. En eso me ha servido mi carrera, que uno sabe cómo acomodar los colores, las texturas.
Silvia: La cocina es un arte. Entran muchas cosas como la textura, los colores… Además eso es algo que tienes que tener en las venas. En la comida salada es mucho del paladar; hay que tenerlo educado.
P ¿Qué significa para ti cocinar?
Patricia: A mí me enseñaron desde chiquita que tú le demuestras a las personas cuánto las quieres, cocinándole. Cada vez que nosotros cumplimos años, mami Silvia nos pregunta: “¿Qué quieren que les haga de comida?”. Es como una forma de complacer y hacer sentir especial a alguien que tú quieres. Yo crecí con eso y por eso mi impulso de querer cocinar siempre fue para agradar a alguien. Eso es lo que me llena y que te digan “que rico estaba eso”.
P Son tantas recetas… ¿Hay alguna que se repita?
Silvia: Las recetas son creaciones mías, son auténticas. De los tres libros que tengo no hay ni una sola receta igual, son todas diferentes. Pueden tener un mismo nombre, pero si te fijas en los ingredientes, son distintos. Tengo recetas para el cuarto tomo y para otro tomo más.
P Y ese proceso creativo… ¿le tomaba mucho tiempo ingeniarse una receta nueva?
Yo creaba en el instante en que iba a grabar. Muchas veces ni las probaba porque en la mente las cocinaba y ya sabían que quedarían bien. Grababa de 8 a 10 recetas en un día. Me pautaba para seis recetas y si tenía más tiempo, le decía a la muchacha de la casa: “Búscame tal cosa y escríbelo”, porque me lo iba inventando en ese momento. Y así mismo me salían perfectas. Los ingredientes y las cantidades ya las tenían en la mente y sabía que me iban a quedar bien.
Recuerdo un día en el que tomé la vaina del pan de fruta (de un árbol que yo misma sembré), y al abrirla, encontré una masa. La sancoché y de ahí empecé a crear una receta. Cuando fueron mis hijos, me dijeron: “De momento nos vas a matar” y saben qué: ¡Les gustó!
Patricia: Sí, siempre teníamos ese miedo, porque si le sobraban diez mil cosas en la cocina, las juntaba y de eso hacía un plato nuevo… y uno las veía y no las quería ni probar, porque no teníamos ni idea de lo que era.
Silvia: Es que a todo yo le buscaba una forma de cómo prepararlo. Así es que surgen los platos nuevos.
Patricia: Y también muchos platos nuevos surgen de la equivocación. Pero si no estás en cocinar, puedes preparar una receta que has hecho durante veinte años y te va a quedar mal.
Silvia: Principalmente los postres.
P ¿Cómo saben cuándo los alimentos combinan?
Patricia: No te lo pudiera explicar. Yo no estudié cocina ni mami Silvia tampoco, pero es algo que intuyes. Sucede con la albahaca y el tomate… es como si nacieras sabiendo que pueden combinarse. A medida que vas probando, vas conociendo, y de ahí puedes inventar.
P Hay mucha competencia en el negocio de la cocina. Para ti Patricia, que empiezas en este mundo, ¿qué haces para distinguirte? Lo que me caracteriza es todo lo relativo al finger food… Cualquier comida que pienses que es para un buffet, yo le busco la forma de hacerla tipo bocadillo, porque ya las personas no les gusta salir y darse una “jartura”. P
La comida de Silvia que más le gusta a Patricia: la sopa de camarones.
La comida de Patricia que más le gusta a Silvia: Un cheesecake salado de langosta. “Riquísimo, exquisito, gourmet”.
Patricia prefiere preparar comida salada, porque le permite ponerle su propio sello. “Uno se inspira más”.
A Silvia le gustaban más los salados, después los dulces y ahora me gustan los dos. “Pero trato de no preparar dulces, porque hasta que no se acaban no dejas de comerlo”, cuenta entre risas.