Es una práctica generalizada el no involucrar a Dios es los asuntos básicos de nuestro diario vivir, sin embargo en momentos críticos de nuestra existencia, cuando la vida misma pende de un hilo, somos capaces de soltarle a Dios todos los comandos que controlábamos, creyendo entonces que ahora sí, El debe de estar a cargo!
Pese a todo, aunque demasiado tarde, sus misericordias, nuevas cada mañana, se extienden como lujosas cortinas de una gran corte, para dar entrada en los templos de Su divina paciencia a esos corazones mendigos.