Jane Fonda, una de las más bonitas y, según parece ahora, de las más inteligentes actrices, dio una conferencia recientemente titulada “El tercer acto”. En ella habla del alargamiento de la vida útil de quienes estamos vivos en estos tiempos. Entre muchas de las cosas interesantes que dijo está ésta: “Ha habido muchas revoluciones en el último siglo, pero quizás ninguna tan significativa como la revolución de la longevidad. Hoy en día vivimos, en promedio, 34 años más que nuestros bisabuelos. Piensen en eso. Es toda una segunda vida de adulto que se ha añadido a la nuestra. Y, sin embargo, en su mayor parte, nuestra cultura no ha aceptado lo que esto significa. Todavía vivimos con el viejo paradigma de la edad como un arco. Esa es la metáfora, la vieja metáfora. Nacemos, llegamos a la cima a la mitad de la vida y decrecemos en la decrepitud. La edad como una patología…”.
Y así es, no hemos crecido mentalmente para aprovechar esa tercera oportunidad, para enriquecernos con base en la experiencia ganada.
Aprovechar ese extra para rediseñarnos a como quisimos ser y no pudimos. Parece que no ha habido experiencia ninguna y seguimos repitiendo los mismos clichés, las mismas manías, los mismos errores de pérdida de tiempo.
La teoría de las generaciones dice que no basta la coincidencia de nacimientos en fechas para el establecimiento de vínculos efectivos. La “posición generacional” implica unas fechas de nacimiento, pero también un ámbito socio-histórico compartido que, a veces, se alarga demasiado y no genera nuevas ideas, nuevas generaciones.
En nuestro país las actuales generaciones son contemporáneas de Concho Primo, de Santana, de Lilís, de Balaguer y de Bosch, y todas ellas eran contemporáneas entre sí. No hemos avanzado nada en nuestra forma de organizar la sociedad. Seguimos los mismos torpes pasos. Las mismas trampas. No llegamos a la fase en que la selección natural se cobra sus víctimas como preludio a una nueva generación.
Para muestra sólo tenemos que ver el espectáculo triste de la campaña electoral. Jóvenes que creíamos futuro actuando como los del 1916 ó 1973. Viejos que creíamos historia, con más futuro que mi hijo de 23 años. Amenazas de entronizarse castas de ex-convictos y nuevos ricos borrachos de poder político.
Esos 34 años extras que menciona Jane Fonda como ganancia de quienes estamos vivos en RD, serán para seguir en lo mismo, haciendo lo que no se debe hacer, desbaratando lo que está bien y hacer lo que siempre se ha hecho: Mentir, traicionar a los amigos y tratar de vivir del presupuesto nacional en base a nada, en base a la política desde su lado más abyecto.