Es difícil establecer cuándo inició de manera firme una política de apertura comercial en el país, en concordancia con los procesos de globalización. En el 1994 firmamos el Acuerdo Marrakech, iniciando la nueva era de la OMC. En el 98 firmamos acuerdos de libre comercio con Centroamérica y CARICOM, implementándolos en el 2000, pero con un intercambio relativamente bajo. En el 2004 firmamos el DR-CAFTA, y para el 2008 implementamos el acuerdo con la Unión Europea.
Entre estos plazos, es sensato seleccionar el 2005 como el año clave en el proceso de apertura, pues corresponde al primer año luego de ratificado el DR-CAFTA, fecha cuando nos enfrascamos en un proceso de reformas para adecuarnos a las nuevas reglas del juego.
Del 2005 al 2013 hemos venido implementando el DR-CAFTA, el EPA y los demás acuerdos. Ahora bien, ¿qué ha pasado con la generación del empleo durante estos años? De acuerdo a la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo realizada por el Banco Central, del 2005 al 2013, se han generado 270 mil empleos formales en el sector privado, y 410 mil informales, para un total de 680 mil empleos. Al segregarlos por sector, en el 2005 el 15% del total correspondían a la agricultura y ganadería, manteniéndose la proporción para el 2013. Sin embargo, para la industria manufacturera en el 2005 recaía el 16% de los empleos, mientras que en la actualidad representa el 10%. El sector de servicios (sin construcción) aglutinaba en el 2005 el 63% del total y en la actualidad un 69%.
Con el proceso de apertura comercial, hemos visto un incremento en la generación empleos, pero en gran proporción empujado por el sector de servicios. En ese periodo el sector de la manufactura ha visto contraerse en un 20%, equivalente a 94 mil personas menos, con el agravante que el 75% de los empleos perdidos provenían del sector formal. En lo que corresponde al sector agrícola, si bien mantiene la ponderación del 15%, esto representó una ganancia de 100 mil nuevos empleos. Sin embargo, apenas el 8% de estos se encuentran el sector formal. Los servicios aportaron 660 mil nuevos empleos.
En resumen, hemos perdido empleos en el sector manufacturero, principalmente formales y hemos ganado empleos agrícolas, empujados por el sector informal. Esto sin considerar que queda pendiente completar los calendarios de liberalización arancelarios, lo que tendría un mayor impacto en los años venideros.
Finalmente, hemos concentrado la generación de nuevos empleos en los sectores de servicios, los cuales a excepción del turismo, no tienden a generar divisas, todo lo contrario, fomentan su demanda. Este comportamiento del empleo puede explicar en gran medida el acontecer de nuestras cuentas externas principalmente en lo concerniente a nuestro déficit de cuenta corriente, siendo pues unos de los aspectos estructurales de nuestra economía a la cual debemos prestar atención, y que de seguro formará parte de las discusiones conceptuales sobre la revisión del Código de Trabajo.