A veces un titular no deja entender la noticia. Es tal el alarmismo que uno se queda buscando la promesa de algo importante y terminamos el texto y no vemos más que humo entre el aburrimiento general y la pérdida de tiempo. El amarillismo en los medios de comunicación de masas es algo que viene de lejos, pero ahora lo tenemos en casa, o sea, en “la Internet”, en nuestro Facebook y sobre todo en Twitter.
No sólo el amarillismo embota la visión y el entendimiento, ahora debemos sufrir, además, lo “políticamente correcto”. Un término que definen como “…término utilizado para describir lenguaje, ideas, políticas o comportamientos que se considera que buscan minimizar las ofensas a grupos étnicos, culturales, religiosos, políticos o de género”, y claro, en esa arte de magia para no ofender, normalmente desaparece la información veraz, y la verdad, si existe, es la primera en ser sacrificada para no ofender la epidermis ultra delicada que de repente les ha salido a grupos de presión social. La realidad presentada por los informadores debe estar sujeta a que no afecte o “hiera” algunos grupos, independientemente de si esos grupos son los causantes de la información que hay que dar con pelos y señales.
No es lo mismo lo “políticamente correcto” usado en discursos, prensa o propaganda, que lo “políticamente correcto” en la administración de Justicia.
Recordemos como lo utilizó Jorge Subero Isa, expresidente de la Suprema Corte de Justicia, cuando desestimó el caso Sun Land aduciendo que “yo entendía que hubiese sido un desatino de nosotros dar el fallo en medio de una campaña electoral”, por lo que prefirió tomar una “decisión política”. En casos como ese, no es “políticamente correcto”, es simplemente prevaricación en un caso de 5,330 millones de pesos. De ahí viene parte de los lodos que tenemos hoy en nuestro sistema judicial.
Otro broche de oro entre el amarillismo y lo políticamente correcto son las tonterías pseudo filosóficas que se citan en los portales sociales. Los reyes absolutos en esas citas son el brasileño Paulo Coelho y el indio Deepak Chopra.
“Reflexiones” con supuestas sabidurías y significantes que un simple análisis las demuestra como tonterías hechas de palabras hilvanadas para aparentar una frase inteligente. O quienes toman frases de Einstein como coach motivacional en vez de doctor en Física.
Pero en esta era de la información no puede uno reaccionar como la Bernarda Alba, que clausuró sus ventanas y estiró las persianas de la casa para que no entre ni un solo rayo de luz, hay que leer aunque sea el primer y el ultimo párrafos de las descargas de WC de la red.