Las fronteras de Estados Unidos y de México y la de República Dominicana y Haití tienen las similitudes de los países con límites fronterizos: migración hacia el desarrollo, tráfico ilícito de armas y drogas, el mejor aliado comercial y diálogos a nivel gubernamental que andan entre el amor y la tirria.
Una comparación entre las dos fronteras de los cuatro países es, incluso, injusta. La naturaleza que envuelve las realidades de Estados Unidos y México con sus condiciones económicas, sociales y política no aplican para esta isla La Española.
Pero en este ejercicio que pretendemos hacer hay algo incuestionable que quien ve la línea de EEUU-México y conoce medianamente el diario vivir de las ciudades fronterizas de República Dominicana puede detectar a simple vista: Entre República Dominicana y Haití las divisiones son casi imaginarias; en Estados Unidos y México son muy marcadas.
Mientras las posiciones políticas entre los gobiernos dominicanos y haitianos se calientan en ocasiones, los días de mercados binacional en la frontera suceden con un dinamismo regularmente sano, amigable. Y en estas jornadas de comercio por sobrevivencia es imposible llevar controles sobre la puerta fronteriza.
República Dominicana tiene cuatro puntos formales que, literalmente, son portones de metal que los guardias halan para cerrar y abrir. Y estos portones son tan anchos como una calle regular de dos vías. En el caso del cruce entre la ciudad dominicana de Pedernales y la haitiana Anse-à-Pitres (en el sur) es el cauce seco del río Pedernales lo que funciona como carretera vehicular entre ambos países.
Y Jimaní-Malpaso es el cruce fronterizo más cercano a la capital haitiana Puerto Príncipe, por eso es uno de los dos puntos de intercambio comercial más significativos de la isla, el otro es Dajabón-Juana Méndez, y de mayor tráfico de grandes furgones de mercancía. Pero esta condición no le da ni al portón en Jimaní o Dajabón una vía de comercio organizada, con controles migratorios estrictos en las puertas ni carretera amplia. De hecho, las calles que conectan ambos países suelen estar en mal estado, con baches.
Ahora hablemos de Estados Unidos y México. Esta frontera de 3,142 kilómetros (ocho veces la frontera RD-Haití) tiene 54 puertos fronterizos, de los cuales 20 son cruces terrestres y 36 son puentes fluviales. Estos cruces formales, a su vez, se clasifican en turísticos (vehículos ligeros), comerciales (transporte de carga) o mixtos. Y también pueden ser peatonales, vehiculares o ferroviarios.
Las vías formales EEUU-México se parecen más a los peajes dominicanos, pero ni tanto. En el cruce “Otay” entre Tijuana y San Diego hay 11 casetas de inspección estadounidense que, a su vez, dividen el tránsito entre las líneas rápidas (con sensores de tarjeta para los que diariamente hacen este trayecto), y el paso regular. Y en un extremo visiblemente organizado pasan los peatones.
Los estadounidenses y mexicanos que cruzan a lo largo de esta frontera tienen incluso aplicaciones de celulares que les ayuda a verificar el tiempo de espera de las garitas, como les dicen a los cruces. Un mal día en la garita de San Ysidro (entre Tijuana y San Diego) los usuarios pueden hacer una fila de más de un kilómetro, con una espera de cinco horas para el chequeo migratorio estadounidense.
EEUU-México es la línea más transitada del mundo, con un flujo diario de un millón de personas y trescientos mil vehículos, según informes de la Cancillería mexicana. Estas características de cómo funcionan las puertas fronterizas formales son, a simple vista, la diferencia más marcada entre las fronteras RD-Haití y EEUU-México.
En Estados Unidos sí hay un muro que divide las tierras, incluso sus aguas del Pacífico y rompe sus montañas con láminas de acero. Aquí se unen diez estados, cuatro de Estados Unidos y seis de México que, conjuntamente, conforman un territorio de 2,678,569 kilómetros cuadrados, calcula la Secretaría de Relaciones Exteriores mexicano. Si sacamos porcentajes, la isla de La Española, con 76 mil, vendría a representar solo el 3% del territorio que comprende la frontera EEUU-México.
Problemas en RD y Haití
En 391 kilómetros de frontera, República Dominicana tiene cuatro cruces formales en las provincias de Dajabón, Elías Piña, Independencia y Pedernales.
El director general del Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza (Cesfront), Carlos Aguirre, explica que a los cuatro se les agregan otros 14 puntos informales, que tienen una dinámica de comercio mucho menor. “Las autoridades haitianas dicen que son más cruces informales, cuando nos reunimos hablan de 30 y pico”, señala Aguirre. El intercambio de mercancía en estas zonas de extrema pobreza significa la manera de sobrevivir de muchos ciudadanos dominicanos y haitianos. Y esta dinámica se hace extremadamente fácil, porque la frontera tiene divisiones físicas débiles, como alambres de púas y palos sostenidos sobre tierras.
Aguirre ayuda a dar con las problemáticas de nuestra frontera. Explica que en primer lugar está la migración de indocumentados (por cuenta propia) y el tráfico de personas, que es más común en la zona norte del país, entre Dajabón y Elías Piña.
Estas redes organizadas, de acuerdo con el director de Cesfront, transportan a los haitianos y sus tarifas dependen de qué tan largo sea el viaje, mientras más alejado de Haití, más costoso. “Esa gente buscan a los haitianos que no saben por dónde pasar, los meten en un sitio escondido, esperan que las autoridades no estén ahí, cruzan de noche, se esconden. Van evadiendo los puntos de chequeos militares hasta que los llevan a Santiago, en el caso del norte, por ejemplo”.
Los ciudadanos haitianos pagan, según lo que Aguirre conoce de los casos que han detectado, entre RD$2,000 y RD$5,000, es decir, aproximadamente 100 dólares. Luis, un mexicano deportado que pretendía volver a cruzar de indocumentado hacia Estados Unidos, tenía todo amarrado para irse por Nogales, Tamaulipas, un viaje que le costaría US$3,500 (RD$157,500), lo más barato y seguro que había investigado.
El otro asunto que representa un reto para las autoridades dominicanas y haitianas es el contrabando de productos, principalmente comestibles -como el ajo- las bebidas alcohólicas y cigarrillos. “Está también el contrabando de drogas, sobre todo marihuana, pero no es un asunto masivo. Y en último lugar sería el tráfico de armas que es muy mínimo, muy poco frecuente”, agrega Aguirre.
El Cesfront solo tiene responsabilidad de vigilancia en los puntos formales y sus alrededores. Para ello tiene cámaras de vigilancia, recién instaló drones y este mes recibió por parte de la embajada de Estados Unidos unidades caninas.
El Ejército dominicano ya tiene responsabilidad de vigilar toda la línea.
La frontera “invencible” de Estados Unidos
La frontera de Estados Unidos y México es otro mundo, en todos los sentidos. Las tantas herramientas que tienen los gringos para vigilar su territorio parecería hacerla invencible. El último muro (no el único) construido hace ya unos años se fortalece con cámaras de seguridad, sensores de movimientos, patrullas motorizadas y helicópteros vigilantes.
Y no hay nada que detenga la migración de indocumentados y el tráfico de drogas y armas. La académica y doctora en ciencias políticas Guadalupe Correa-Cabrera analiza la dinámica de Estados Unidos y México, y consecuentemente, sus meollos fronterizos e ilícitos. Ella resalta que entre Estados Unidos y México hay dos países extremadamente desiguales, probablemente estos Estados fronterizos sean los dos más distintos. ¡Claro! De México se dice que es la puerta de Latinoamérica y de Estados Unidos que es la primera gran potencia.
Entonces, según sostiene Correa-Cabrera, de esta desigualdad explota todos sus problemas. Estados Unidos es el destino final de la droga que tiene como origen el sur, porque tiene el capital para pagarla. Y siendo Estados Unidos el mayor fabricante de armas, tiene muy buen mercado en México.
Y también está el tráfico y trata de personas, actividad que tiene tentáculos muy amplios, peligrosos y lastimosos. Los indocumentados que quieren llegar a Estados Unidos desde México, Guatemala, Honduras y El Salvador son tratados por los carteles y coyotes como mercancía.
Estas personas se arriesgan a ser secuestradas, convertirse en mulas de drogas e incluso, hay registros de tráfico de órganos que sale también del cuerpo de los indocumentados. Desde el 1998 al 2015 en la frontera sudoeste de Estados Unidos, han muerto 6,571 personas, 240 el año pasado, según cifras oficiales de la Patrulla Fronteriza estadounidense. l
US$3,500
Tarifa: Un mexicano pretendía cruzar la frontera de su país con US$3,500 (RD$157,500). Los haitianos tienen una tarifa para cruzar a República Dominicana no mayor de RD$5,000, es decir US$100.
¿Cómo es la vigilancia en ambas fronteras?
El Ejército de República Dominicana usa camionetas y motores, incluyendo tipos Four Wheel, para realizar el patrullaje fronterizo. Las zonas de menos acceso a estos vehículos son menos vigiladas, como más dificultosa la entrada de indocumentados.
Además, existen decenas de puestos de soldados ubicados en puntos estratégicos de las carreteras que se alejan de la frontera. Estados Unidos tiene más de un muro (el primero fue construido hace unos 25 años, el más moderno y equipado es del 2007 y se yergue en las ciudades) y a lo largo de las láminas de metal y bien pegaditas a ellas hay caminos de arena por donde la Patrulla Fronteriza estadounidense hace su labor de andar y vigilar.
A esto se le suman los sensores de movimiento, cámaras y helicópteros y los puntos de chequeos, también ubicados en los pueblos que van tomando distancia de México.
Este trabajo fue realizado con apoyo de la
International Women´s Media Foundation