Francia está experimentando momentos difíciles en su vida como nación. Los países occidentales no pueden seguir aceptando que los grupos religiosos o nacionalistas radicales ejerzan sus creencias, sus iluminaciones, con la imposición violenta de éstas. La libertad, igualdad y la fraternidad es para todos, y que la igualdad del lema francés significa que se deben respetar las religiones de los otros, y no solamente el precepto coránico de que a los no musulmanes (infieles) hay que convertirlos o matarlos si no se dejan.
La herencia dejada por François Mitterrand, el populismo irresponsable, es la realidad que viven y sufren a diario los franceses. El “laissez faire, laissez passer” les engendró un enemigo interno. Esa dejadez se convirtió en “la malaise des banlieues”; barrios abandonados a su suerte y al Islam. Con una “Gauche divine” europea de falsa tolerancia, que solo la aplican para beneficio de musulmanes y/o de antisistema. Defender a Francia o a España es etiquetado de fascismo, o de cualquier otra etiqueta fácil que acostumbran usar las izquierdas vocingleras cuando alguien expresa una opinión con la que ellos no están de acuerdo. El abuso de minorías imponiendo derechos contra los derechos de las mayorías. Separatismo tribales auspiciados por partidos políticos para hacer sus reinos de Taifa, un ejemplo son los golpistas de algunos partidos catalanes contra España y Europa. Puro egoísmo torpe, aldeanismo de barretina calada hasta las narices. La antítesis de lo que fue una vez Cataluña, y muy especialmente Barcelona.
Matarse o matar por las religiones es una estupidez. Por las prédicas de religiosos iluminados hemos visto barbaries de fanáticos; invocando la supuesta voluntad de Dios. Las bombas y el degüello son los últimos ecos de esa locura que ellos llaman “la voluntad de Dios”. Veíamos las guerras religiosas como algo lejano en el tiempo y en la mente: Las Cruzadas, Saladino, aquello de “Lloras como mujer lo que no supiste defender como hombre” enrostrada a Boabdil por su madre, cuando él entregaba las llaves de Granada a los Reyes Católicos. No, eso no está lejos, ni siquiera se había ido. La permanente confrontación de Oriente contra Occidente. Choque de civilizaciones de ayer, de hoy y de mañana.
¿Cómo encuentra a Occidente este capítulo de eterna confrontación? En su peor momento. Sin fe y sin valores. Con un desgaste del pensamiento que engendró el Renacimiento, ese pensamiento que creó un mundo de libertades y riquezas espirituales, un conjunto de prácticas, instituciones, ritos, ideas y cosas que llamamos civilización occidental. Francia es una de las grandes columnas de nuestra civilización. Francia hizo la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano. Francia estará abatida; pero no hundida.