A pesar de las consecuencias que pueda generar una palabra, un gesto, una actitud y hasta una decisión inconsulta, creo mucho en todo aquello que es producto de la espontaneidad, sin dejar de reconocer que muchas veces actuamos movidos por la rabia y el dolor.
Hacer planes nos proyecta como personas organizadas, que tienen todo bajo control y que toman las previsiones necesarias ante cualquier imponderable, pero los momentos más felices, en su mayoría, son el resultado de acciones espontáneas.
Creo que todos tenemos decenas de ejemplos de esta naturaleza. Yo no soy la excepción. Sin embargo, aunque las cosas marchen más o menos bien, siempre estamos pensando en lo que pasará y lo que haremos mañana. Cuando lo que más queremos, aunque esté cerca, si no lo está de la manera que quisiéramos, no podemos evitar sentir temor de que un día ya no sea así.
Muchas veces la gente no entiende y hasta se molesta cuando siente que está dando todo de sí, concentra sus fuerzas y sentimientos en una relación de cualquier índole y aun así el otro no es feliz. Pero es que para un hijo que solo pasa un par de días con el padre o la madre, aun sabiendo que ese padre lo ama con todo su corazón, la felicidad no puede ser completa, pues cuando esté con uno, seguro extrañará al otro. Ese es un ejemplo.
Lo mismo ocurre cuando dos personas que se quieren, no pueden estar juntas cada vez que lo desean, no pueden verse o hablar todos los días; claro, una siempre querrá más que la otra, y generalmente, es el responsable de estas limitaciones el que no entienda porqué el otro a veces se entristece.
Es cierto que quien no haya entendido que la vida se compone de instantes de felicidad, hará más difícil su trayecto por este mundo y que es injusto no apreciar y valorar el esfuerzo que una persona hace por construir pequeños momentos de felicidad y compartirlos con nosotros. Aunque jamás estemos preparados para lo peor, al menos es bueno crear conciencia de que lo bueno siempre queda, lo que realmente tiene valor nos acompañará siempre, porque en el camino, solo va quedando atrás lo que nada vale, la mentira que muere en el intento de disfrazarse de verdad. l