¡Fidel, la figura que nadie pudo quebrar su dignidad!

Imponente, a veces lucía impertérrito, pero con un corazón del tamaño del planeta Tierra en dignidad, bondad y solidaridad. Ese era Fidel Castro Ruz, que a pesar de caer ante la muerte el pasado 25 de noviembre, a los 90 años de edad, seguirá…

Imponente, a veces lucía impertérrito, pero con un corazón del tamaño del planeta Tierra en dignidad, bondad y solidaridad. Ese era Fidel Castro Ruz, que a pesar de caer ante la muerte el pasado 25 de noviembre, a los 90 años de edad, seguirá siendo una de las figuras más trascendentales de la vida política latinoamericana y mundial.

En América Latina nadie gravitó más que él en las esferas de poder durante los últimos 60 años, representando un símbolo de la lucha a favor de la construcción de un mundo en el que impere, verdaderamente, la justicia social.

Firme en sus ideales, Castro Ruz lideró la revolución que transformó a Cuba, para bien, a partir del año 1959, e inspirando a la juventud de América Latina y de otras partes del mundo, que aferrada a ideales libertarios, inició una denodada lucha contra el colonialismo y el imperialismo, bajo el convencimiento de que constituían escollos para el desarrollo de todos los pueblos.

Resistió todas las embestidas sin desmayar en sus ideas. Amado por muchos y criticado de parte de adversarios, Fidel ha representado la dignidad para todos aquellos que mantenemos firmes nuestras aspiraciones de un mundo de justicia social y solidaridad.

El cantautor Silvio Rodríguez, uno de los creadores de la trova cubana, dijo en una ocasión: “Somos el pueblo de Fidel, no hay duda; por mucho que griten, conspiren y tramen desde la otra orilla, a la sombra, por supuesto de nuestros enemigos seculares, Cuba jamás volverá a ser colonia yanqui; y nadie podrá quebrar nuestra dignidad, nuestro patriotismo”.

Al igual que el autor de “Unicornio Azul”, “Ojalá”, “El Necio” y “Canción del Elegido”, millones de jóvenes en el mundo alzaron las banderas de la lucha revolucionaria, inspirados en Fidel, seguros de que era la única vía de redención social.

La coherencia en su práctica de vida constituyó una de sus principales características. Y como punto de partida podría tomarse su memorable alegato de defensa cuando fue llevado a juicio después del asalto al cuartel Moncada del 26 de julio de 1953: “La primera condición de la sinceridad y de la buena fe en un propósito, es hacer precisamente lo que nadie hace, es decir, hablar con entera claridad y sin miedo. Los demagogos y políticos de profesión quieren obrar el milagro de estar bien en todo y con todos, engañando necesariamente a todos en todo. Los revolucionarios han de proclamar sus ideas valientemente, definir sus principios y expresar sus intenciones para que nadie se engañe, ni amigos ni enemigos”.

Consciente de los fuertes lazos históricos entre la República Dominicana y Cuba, el líder político estuvo siempre atento al acontecer político dominicano, al punto de que fue una figura clave durante el proceso de lucha contra la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo Molina. Lo anterior queda confirmado en el enrolamiento en la frustrada expedición de Cayo Confites y el apoyo a la del 14 de junio de 1959.

Su amistad con el líder fundador del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), profesor Juan Bosch, fue tan fuerte como el acero. De hecho, las dos visitas a suelo dominicano las hizo en el primer gobierno de nuestra organización, la primera en 1998 para el Foro del Caribe; donde además encabezó el inicio del politécnico Máximo Gómez, donado por el gobierno de Cuba, con un aporte de US$250,000, y la segunda en abril de 1999. Además, en esa administración encabezada por el presidente Leonel Fernández se restablecieron las relaciones diplomáticas.

Nuestro Presidente de la República, Danilo Medina Sánchez, en representación del pueblo dominicano, participó, lleno de orgullo, en el principal acto protocolar correspondiente a los funerales de Castro Ruz en la Plaza de la Revolución, de La Habana. Fidel, como Juan Bosch, nunca procuró gloria personal, sino la dignidad y la justicia social en América Latina y el mundo; y por eso su recuerdo permanecerá vivo para siempre en las mentes y corazones de quienes aspiramos a la construcción de un mundo más justo y solidario.
 

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