Sobre Fidel Castro se hizo el mayor andamiaje de propaganda personalista que se haya hecho jamás, quizás sólo igualado al creado por los nazis con la figura de Adolfo Hitler. El mito Fidel fue y ha sido un montaje circular que generó una cartilla de instrucciones que hubiera deseado hasta el mismo Goebbel poseer en sus tiempos. Aunque no sólo se basó sobre la figura de Castro, sino también sobre el hecho “revolucionario.” Todo ese aparato propagandístico se efectuó retorciendo el lenguaje y el contenido para hacerlo una unidad exaltadora de las bondades de una ideología personalista y embustera. Con ese lenguaje incendiario y su transmutación en situaciones de facto se creó un mito: La Revolución. Ese mismo lenguaje que siempre han usado los dirigentes izquierdistas y sus intelectuales. Una retahíla de eslóganes vacíos, tipo discursos de Fidel, pero efectiva para las trincheras urbanas. Eslóganes y teorías que a su vez han conceptualizado los jefes de “cuadros ideológicos” como Eduardo Galeano, Chomsky, Negri, Laclau, Naomi Klein, o el más efectivo panfleto adoctrinador propagandístico, casi como su Biblia, “El Diario del Che en Bolivia”; así como muchos otros manuales del populismo en sus distintas variantes. Hoy, toda esa retahíla se ha ido reduciendo al vacuo ¡¡ FIDEL ¡¡ ¡¡ FIDEL ¡¡, así, sin más. Lo que refleja el mejor ejemplo de la reducción al absurdo a la que ha llegado la involución llamada Revolución Cubana.
Que Fidel Castro era uno de los dictadores más sanguinarios, astuto y sin escrúpulos de nuestro tiempo lo sabíamos por habernos dado amplias muestras de ello. Someter al paredón, a una cárcel colectiva a todo un país por casi 60 años es algo que sólo los dictadores faraónicos sueñan en hacer. Hizo de la mentalidad de guerra contra todos, asumiendo el papel de víctima, su estrategia favorita. Hizo del control minucioso de todos su arma principal. En sus notas sobre el Diario del Che escribió “…el menor descuido o la más insignificante falta pueden resultar fatales y el jefe debe ser exhaustivamente exigente, a la vez que utilizar cada hecho o episodio, por insignificante que parezca, para educar a los combatientes y futuros cuadros de los nuevos destacamentos guerrilleros…” Así, exhaustivo ad nauseam, fue el control ideológico que ejerció sobre todo un país y sobre todo el auto proclamado progresismo latinoamericano.
¡¡ FIDEL ¡¡ ¡¡ FIDEL ¡¡ Todavía se puede oír vocear cerrilmente en RD. Representa lo absurdo del ser humano: loar al que le humilla. Trujillo era un “chivito jarto de jobo” ante lo que fue Fidel Castro, quien murió en su cama, de vejez. Aunque si algo es seguro, es que la historia no lo absolverá.