Hace una década Gerald Murray, un antropólogo estadounidense que contratamos en FondoMicro para realizar un estudio antropológico y económico de los salones de belleza en República Dominicana, irrumpió en mi oficina.
“Andy, pensaba escribir un libro sobre el salón de belleza como actividad económica con elevada presencia en el sector de la micro y pequeña empresa. No podré hacerlo. He descubierto algo inesperado: el pelo en tu país es una obsesión nacional. En ningún otro país del mundo existe lo que aquí, una clasificación insólita del pelo: pelo bueno, pelo malo”.
Tengo que reconocer que mi amigo Gerald tenía razón. Y que los economistas que en el pasado trabajamos en varios proyectos de reforma tributaria y los que en esta ocasión tuvieron esa responsabilidad, estamos más perdidos que el hijo de Lindbergh. Somos tan estúpidos que no comprendemos la esencialidad que tiene en el país una keratina bien aplicada para lograr el milagro de transformar el pelo rizado en lacio; unas largas extensiones de pelo importado de la India para lucir una impresionante melena; o unos rayitos bien distribuidos para lograr un look tipo Jennifer López. Atrevernos a proponer en 1996, insistir en el 2000 y volver ahora a cometer en el 2012 la misma barbaridad de querer incluir en la base del ITBIS el sagrado servicio de cuidado personal que incluye a los salones de belleza, revela que los economistas dominicanos somos unos lunáticos y desalmados.
Los legisladores, al ver que en el proyecto de ley de reforma tributaria que recibieron a principios de este mes, venía de nuevo la inclusión de los servicios que ofrecen los salones de belleza en la base del ITBIS, salvaron a la nación de este abuso y decidieron, una vez más, dejar fuera una de nuestras obsesiones nacionales exentas de este impopular, odioso y desagradable impuesto.
Y claro, al dejar exento los servicios de cuidado personal, el ITBIS no gravará las liposucciones y lipoesculturas, los aumentos, reducciones y levantamientos de senos, las mesoterapias y rejuvenecimientos faciales, las elevaciones de cejas y correcciones de párpados, las extensiones de pestañas, los afinamientos de nariz, las inyecciones de botox para disimular las arrugas, los implantes de pelo, las “endermologie” y “velashape”, las radiofrecuencias “accent”, las lipoaspiraciones de papadas, las “perfilaciones” de labios, el blanqueamiento dental y anal, las depilaciones con láser, las hidrolipoclasias, las inyecciones de ácido hialurónico, las microdermoabrasiones, los aumentos de glúteos con implantes y lipoinyecciones. Y así debe ser, pues ¿en qué país se grava el embellecimiento de la visual, un derecho consagrado en la Constitución de todos los países? Es que los economistas no entendemos. Y es que nos resulta difícil entender que mientras le cobramos ITBIS al aceite y grasas comestibles que ingerimos por la boca, dejamos exentas del mismo impuesto las que inyectamos a los glúteos. Extraño ¿no?
Este preámbulo explica el porqué RD es uno de los países latinoamericanos con el ITBIS más improductivo. A pesar de que nuestra tasa es 16%, superior al promedio regional de 15.3%, somos uno de los países que menos recauda. El promedio de recaudación del IVA en América Latina es de 6.11% del PIB; aquí, con una tasa mayor, recaudamos 4.23%. Mientras en América Latina, por cada 1% de tasa del IVA se recauda en promedio 0.423% del PIB, en RD apenas recaudamos 0.264%.
En la reforma del 2012 avanzamos algo en esta larga jornada hacia la generalización del ITBIS. Pero el camino que nos queda sigue siendo uno de los más dilatados del mundo. Este año, apenas el 38% de todas las ventas de bienes y servicios que se realizan en el país, están gravadas por el ITBIS. Con el aumento de la base que se logró ahora, quizás llegaremos a un 42%.
La principal barrera que han tenido los gobiernos para aumentar la base del ITBIS ha sido el criterio prevaleciente de que si gravamos bienes y servicios que tienen una mayor ponderación en el gasto de las familias de menores ingresos que en las de mayores ingresos, la regresividad del impuesto sería mayor.
Claro, pocos han explicado que esa es una deducción a la que sólo podría llegarse si el total de lo recaudado, el Gobierno lo distribuye con la misma ponderación entre pobres y ricos. Si todo lo que el gobierno recauda por el aumento de la base del ITBIS lo dedica exclusivamente a mejorar las condiciones de vida de las familias de menores niveles de ingreso, el aumento de la base sería progresivo.
Una vía que algunos países han seguido para avanzar en la generalización del IVA es el uso de las tasas reducidas y super-reducidas, en adición a la general, para gravar aquellos bienes y servicios considerados como esenciales. Colombia, con una tasa general de 16%, recauda 6.20% del PIB, 46% más que RD.
Además del 16%, tienen 3 tasas adicionales, 10%, 6%, y 1%. De esa manera, han ido ampliando la base de su IVA, reducido la evasión y elevado la recaudación. Esa es una ruta conveniente para RD.