El disgusto es una expresión emocional del ser humano; es absolutamente normal. Expresar el enojo permite descargar la emoción contenida internamente como reacción a un evento o estímulo externo que produce una reacción adversa en la persona.
“En caso de no expresar el enojo, así como con todas las emociones, es posible bajar las defensas inmunológicas del cuerpo y de esa manera facilitar la acción de enfermedades o agentes oportunistas”, explica el doctor Ángel Pacheco del Instituto Dr. Pacheco de Psicología.
Las vías más recomendadas para expresar la cólera “dependerán de si uno quiere hacer daño o si uno quiere acercarse al otro ser humano, objeto de las emociones, en este caso, enojo. Obviamente, la intención que se tenga va a determinar la naturaleza y la magnitud de la respuesta o conducta. He visto a muchas personas que dicen querer a alguien pero, sin embargo, le maltratan como si fueran los peores enemigos. Este comportamiento produce distanciamiento, y con demasiada frecuencia, daños emocionales y físicos, así como desgracias, que muchas veces no tienen reparación posible. Hacer daño aleja al otro, no lo acerca”, puntualiza Pacheco.
Si la persona está enojada y quiere no hacer daño o destruir al causante de su disgusto, lo ideal es buscar el momento para expresar éste sentimiento de manera que el otro no se sienta agredido, pero que comprenda que su conducta le ha afectado de manera significativa. Por supuesto, esto requiere que la otra persona tenga la capacidad de entendimiento y deseo de acercarse al “enojado”.
De positivo a negativo
El enojo pasa de ser positivo a negativo cuando la intencionalidad al comunicarlo a la otra persona es básicamente el desquite o el hacerle daño. La venganza es una conducta que es siempre baja y que no deja resultados positivos.
Sin embargo, el coraje en sí mismo no es malo. Es una respuesta instintiva de nuestro organismo, que nos da la energía necesaria para defendernos cuando somos atacados físicamente o cuando nuestra vida está en peligro. Nos puede servir para reconocer que algo nos está molestando y motivarnos a actuar. El inconveniente no es sentir coraje o rabia, cuando el sentimiento es momentáneo o está bien encausado y manejado; el verdadero problema surge cuando mantenemos ese sentimiento durante muchas horas, días, meses o años y cuando, gracias a él, respondemos desproporcionadamente.
Es necesario esperar el momento apropiado y hablar con sentimiento y tranquilidad acerca de lo que nos afecta, y buscar el acercamiento con la otra persona de la mejor manera y lo más rápidamente posible, antes de que el evento pierda relevancia.
Estómago resentido
El tener múltiples pensamientos indeseados que mortifican a la persona puede causar daños estomacales. En estos casos, se produce como respuesta un ambiente de excesiva segregación de ácido en el estómago, que a su vez destruye la flora normal y facilita la proliferación de bacterias que en exceso son dañinas, como el Helicobacter pylori, que a su vez está asociado al desarrollo de gastritis y de úlceras estomacales y duodenales.
Otras consecuencias
El enojo es una de las emociones más frecuentes en el ser humano, pero también una de las más desgastantes convirtiéndolo en la causa de gran parte de nuestros problemas. El coraje:
* Nos desgasta físicamente porque altera todo el funcionamiento del cuerpo.
* Influye en la toma de malas decisiones.
* Aumenta o provoca conflictos con los demás.