Experiencia por 4 es igual a forma

Hace unos días, la Galería de Arte Bodden presentó una interesante propuesta. Hemos estado reflexionando con la intención de buscar un elemento que nos permita establecer puntos de coincidencias entre la producción visual de los cuatro artistas&#8230

Hace unos días, la Galería de Arte Bodden presentó una interesante propuesta. Hemos estado reflexionando con la intención de buscar un elemento que nos permita establecer puntos de coincidencias entre la producción visual de los cuatro artistas participantes, ellos son por un lado: Ana María Nardo y Francisco Sánchez (Guanabacoa) y, por otro, Oscar Carballo y Wilfredo Torres. Todos ellos de origen cubano.

Sin embargo, cuando se presentan ante nuestros ojos trabajos tan bien logrados que revelan un estudio no sólo en cuanto a la forma en sí de las configuraciones, sino también en lo referente al discurso visual, resulta harto complejo poder crear un texto que recoja las expresiones de este grupo de creadores en detalle.

Claro que, cuando hacemos alusión en el título a “experiencia” la cual se presenta en cada uno de estos creadores tanto en sentido académico como práctico, la intención no es otra que justificar a partir de ella que evidentemente la misma ha consentido que se haya podido desencadenar un conjunto de “formas” que tienen lo mismo de sincrético que de onírico, de planimétrico que de bidimensional.

En el caso de las piezas de Francisco Sánchez (Guanabacoa), lo enigmático nos sobrecoge en un discurso que combina reflexiones vividas con la tradición cultural de los pueblos del Caribe.

Asimismo Ana María Nardo, quien no pierde de vista su sentido de pertenencia, registra en sus obras referencias de su propia imagen como artista-mujer y las recrea de tal suerte que pareciera que en cada elemento se representaran además sus ideas, remitiendo efectos de una vida pasada, presente y futura.

Por su parte Oscar Carballo interviene con una mezcla de hombre-naturaleza en una metamorfosis que plantea una descodificación del ser que cuestiona la existencia y a su vez promueve “un mundo otro” en paralelo.

Mientras que Wilfredo Torres presenta piezas de un esquema que podría resultar anacrónico, no obstante, cuando se aprecia en el conjunto, se distingue un equilibrio que a su vez plantea un estado psicológico de los rostros representados.

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