Cabizbajo y esposado, el profesor Franklin Marlem Pimentel espera ser trasladado a la cárcel de La Victoria luego de escuchar la medida de coerción que lo envía a prisión preventiva tras ser acusado del asesinato de un hijo suyo de cinco años, cuyo cadáver fue hallado un mes después de haber desaparecido en unos matorrales contiguos al mar Caribe, entre los poblados de Andrés y Boca Chica.
Es considerado el principal sospechoso de dar muerte a palos y cuchilladas a Michel Marlem Gómez, al que procreó con Luz Mary Gómez, una joven mujer estudiante de término del bachillerato y de quien el presunto homicida estaba separado desde dos semanas atrás por incompatibilidad de caracteres.
Él, según ella, la amenazaba constantemente con quitarle al niño si no se reconciliaban, lo que habría provocado que se llevara a su vástago a la casa de su madre, doña María Benítez, ubicada en la calle La Altagracia del sector Los Botados, en Andrés, municipio de Boca Chica. Franklin niega que sea el asesino de su propio hijo. Sin embargo, las autoridades sostienen que las evidencias y las circunstancias lo incriminan.
Contra él pesa un pasado de conducta cuestionable. Hace seis años se le acusó de vender a una pareja norteamericana a un hijo que procreó con una mujer haitiana, un hecho que, sin embargo, no se le pudo probar.
Se desempeña como “profesor sustituto” de un centro educativo público de Andrés, aunque tiene fama de mujeriego, incluso de enamorar a las alumnas.
En el caso del asesinato del niño Michel, las circunstancias son diferentes. El crimen, que no sólo ha consternado a la comunidad donde se produjeron los hechos sino a toda la población, está rodeado de muchas conjeturas.
La tarde del 30 de noviembre pasado, cuando desapareció el menor, Franklin lo había ido a buscar a la casa de la abuela materna para darle un paseo, del que retornó una hora después.
La madre estaba en la casa cuando llegó su hijo.
Lo extraño de la desaparición es que se produjo cuando Michel fue al baño, pero antes, según la mujer, el padre le llamó aparte y le zuzurró al oído algo que ahora asegura “se trató de una componenda de Franklin para verse con el niño en algún lugar acordado”.
Luz Mary observó que su hijo no estaba en el baño, ni en ninguna otra parte de la casa, ni tampoco en el vecindario por donde se desplazó desesperadamente buscándolo.
La noticia de la desaparición de Michel llegó donde Franklin, y éste asegura que de inmediato se integró a la búsqueda, una acción interpretada por familiares y vecinos como una treta para desviar cualquier asomo de sospecha en su contra.
Pese a esa aparente pesadumbre y a la imagen de “padre volviéndose loco” que aseguran los vecinos tenía ante la comunidad, el hombre no pudo evitar que desde un principio se le tuviera como el principal sospechoso.
Al día siguiente Michel no apareció. La alarma se generalizó en todo el sector.
Franklin fue apresado y acusado de la desaparición de su hijo, pero se le fijó una coerción de presentación periódica por ante la Fiscalía de la provincia Santo Domingo porque las pruebas eran muy débiles para enviarlo a la cárcel.
La búsqueda cada vez se hizo más intensa, pero ningún rastro conducía a localizar al niño, del que incluso se decía que había sido raptado y luego asesinado para vender sus órganos.
Hallazgo del cadáver
Luz Mary, sumida en su dolor, no andaba despistada cuando decía que el responsable de la desaparición de su hijo era su exmarido, y temía lo peor.
Luego de que fuera puesto en libertad, Franklin siguió “buscando” a Michel, solo o acompañado, por el litoral del mar Caribe próximo al puerto multimodal Caucedo, en las inmediaciones del kilómetro 25 de la autopista Las Américas. Iba al destacamento de Boca Chica.
Le sugería incluso a los agentes lugares por donde debían buscarlo. ¿Qué extraña situación le embargaba? ¿Por qué la insistencia en buscar al desaparecido por lugares donde posteriormente fue hallado el cadáver?
Mientras Franklin insistía en su inocencia afirmando que quienes lo acusaban “estaban cometiendo una gran injusticia”, unos extraños mensajes desde celulares sin números no identificados comenzaron a recibir Luz Mary y su madre María.
“No busquen más a Michel. Él está muerto”, leyó Luz Mary en uno de los mensajes enviados al teléfono de la madre.
La Policía fue alertada y solicitó la colaboración de la empresa telefónica prestadora de servicio para determinar de cuáles números de celular provenían los mensajes.
Entonces, Franklin alegó a las autoridades policiales que él también recibía mensajes de celulares desconocidos, por lo que pedía que se determinara de qué números de móviles se originaban.
La aparición de los mensajes pusieron en el camino de las pistas a los investigadores ante las sospechas de que el o los responsables eran personas residentes en el mismo lugar.
Después de las festividades de Navidad, Franklin “descubrió” dentro de un monte de campeche el cadáver de su hijo, hallado con los ojos sacados y con golpes y heridas en la cabeza y otras partes del cuerpo, en avanzado estado de descomposición.
La Policía lo apresó y esta vez le mostró evidencias que lo incriminaban en el asesinato de su hijo, incluyendo testimonios de moradores que aseguran haberlo visto en horas de la noche transitar por la zona en una camioneta. l
Coerción
FRANKLIN MARLEM PIMENTEL
La jueza Yesenia Arias, de la Oficina de Atención Permanente de la provincia Santo Domingo, estima que hay indicios comprometedores en contra del imputado.
Nota:
Las personas imputadas en este caso se presumen inocentes hasta sentencia en su contra con el carácter de la cosa irrevocablemente juzgada.