La CEPAL publicó recientemente el Panorama Social de la América Latina del 2015, en el cual se establece que la incidencia de la pobreza en la República Dominicana (RD) se redujo de 40.7% de la población en el 2013 a 37.2% en el año 2014, el nivel más bajo de los últimos 10 años. A pesar de esta reducción significativa, el nivel de pobreza en la República Dominicana sigue siendo muy alto, siendo superado únicamente por los de Honduras (74.3%), Guatemala (67.7%), Nicaragua (58.3%), Paraguay (42.3%), El Salvador (41.6%) y México (41.2%).
Entre el 2004 y el 2014, la pobreza en RD se redujo en 17.2 puntos porcentuales, según las estimaciones realizadas por la CEPAL. Algunos países de la región lograron reducciones mayores. Tal es el caso de Argentina con 30.6 puntos porcentuales, Perú (25.9), Brasil (21.3), Paraguay (20.3), Ecuador (20.2) y Colombia (19.1). Otros como Uruguay (16.4), Venezuela (13.3), Panamá (11.5) y Chile (10.9), lograron reducir la pobreza también de manera significativa.
Existen diferencias, sin embargo, entre las estimaciones de la pobreza que realizan las entidades oficiales de los países latinoamericanos y las de CEPAL. Por ejemplo, en el período 2004-2014, las estimaciones de pobreza que realiza nuestro Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo indican que esta se redujo en 14.4 puntos porcentuales, una reducción inferior a la estimada por la CEPAL (17.2 p.p.).
Perú, Colombia y RD son los tres países de la región en los cuales las estimaciones oficiales de la pobreza son más cercanas a las estimadas por la CEPAL. Para el 2014, por ejemplo, los estimados de pobreza oficial y de CEPAL en el caso de Perú coinciden, mientras que en el caso de Colombia la diferencia es de apenas 0.1 p.p. En el caso de la República Dominicana, la diferencia de los estimados fue de 1.7 p.p. en el 2014 (35.5% versus 37.2%).
La CEPAL decidió publicar por primera vez en su Panorama Social de América Latina 2015 los estimados oficiales, reconociendo que “cada vez más países de la región han desarrollado mediciones oficiales nacionales, con procesos y metodologías adecuadas a sus realidades”. Indica que “las decisiones metodológicas adoptadas en las mediciones nacionales difieren en cada país y, en consecuencia, no permiten su comparación ni su agregación para estimar el nivel regional.” Es por esa razón que la CEPAL “realiza estimaciones que procuran el mayor grado de comparabilidad regional posible, manteniendo una estructura metodológica común” para todos los países de la región, señalando que “sus estimaciones se realizan en forma independiente a las de los países, aun cuando se utilizan los microdatos de las mismas encuestas en las que se basan las mediciones oficiales nacionales.”
En su nota metodológica, la entidad reconoce que “las actuales líneas de indigencia y pobreza de la CEPAL se basan en parámetros metodológicos estimados a partir de encuestas de gastos e ingresos realizadas en promedio hace tres décadas”, y que por ello este año concluirán los trabajos de actualización, “a partir de las encuestas más recientes de cada país, con el objetivo de mejorar la comparabilidad de las estimaciones respectivas”.
Y es que resulta difícil aceptar que países como Bolivia, Ecuador y Perú, que tienen un PIB per cápita en PPP en US$ internacionales muy inferior al de RD, exhiban niveles de pobreza mucho más bajos que los asignados a nuestro país. Sorprende que Bolivia, con un PIB per cápita equivalente al 44% del nuestro y con una muy ligera ventaja en equidad distributiva (GINI de 0.491 versus 0.519 de RD), resulte con un menor índice de pobreza (32.7%) menor que el nuestro (37.2%). Hace muy bien la CEPAL al acelerar la culminación de la actualización de los parámetros para estimar pobreza.
Otro punto que requeriría una atención cuidadosa de parte de la CEPAL y de los organismos nacionales que se dedican a estimar los niveles de pobreza e indigencia, es el tratamiento que debería darse a la significativa diferencia que existe entre los ingresos o remuneraciones que reciben los asalariados según los Sistemas de Cuentas Nacionales (SCN) y los que se calculan a partir de las Encuestas Nacionales de Fuerza de Trabajo (ENFT). Es conocido, como plantea la CEPAL, que los micro-datos que utilizan tanto la CEPAL como los organismos oficiales para estimar la pobreza, provienen de las encuestas de ingresos y gastos de los hogares o de las ENFT.
Las estimaciones de ingresos de los asalariados que se obtienen de estas encuestas, generalmente, tienden a subestimar los verdaderos ingresos de los trabajadores. Es natural que las personas respondan que ganan menos de lo que realmente perciben.
Tomemos el caso de RD. En el 2010, según el SCN del Banco Central, nuestros asalariados percibieron remuneraciones por RD$582,955 millones. Ese valor excluye las contribuciones sociales efectivas de los empleadores (RD$67,162 millones). Ese monto el Banco Central lo obtiene a partir de las informaciones que recibe de las empresas del país. Resulta previsible, por tanto, que la misma exhiba un nivel razonable de precisión.
Sin embargo, cuando se computan los ingresos de los asalariados en la ENFT para el 2010, se tiene que estos ascendieron a RD$368,798 millones, arrojando una subestimación de ingresos del 37%. Dado que los niveles de pobreza se estiman a partir de lo que dicen ganar los trabajadores a los encuestadores de la ENFT y no de lo que las empresas informan al Banco Central que pagan a los trabajadores, los niveles de pobreza podrían estar sobrestimados.
El ingreso promedio mensual de los que trabajan y reciben una remuneración ascendió a RD$18,886 en el 2010, cuando el cálculo se hace a partir de los datos del SCN. Cuando utilizamos los RD$368,798 millones que resultan de la ENFT y los dividimos por el número de asalariados (incluyendo empresarios, empleadores y/o patronos) que reporta en ese año el SCN, el ingreso promedio mensual fue de sólo RD$11,948 en ese año.
Lo anterior podría implicar que los niveles de 35.5% y 37.2% de población viviendo en la pobreza en el país, siguiendo las metodologías del MEPyD y la CEPAL, respectivamente, podrían estar inflando la realidad. Así como los precios mentirosos de Fontaine pueden meter a los gobiernos en serios problemas, los salarios mentirosos también.