Desde que “Mary tenía un corderito”, o el “Au Clair de la Lune” la grabación de la voz humana afianzó la idea de permanencia del hombre; pero cuando Bell patentizó el teléfono se abrió la caja de Pandora de grabar las conversaciones telefónicas privadas.
Las filtraciones de Wikileaks y el más reciente escándalo de espionaje telefónico en la administración Obama dan cuenta de los niveles de caos y falta de credibilidad que tiene el gobierno de los Estados Unidos de América para con su personal administrativo en áreas de extrema sensibilidad. Los actos de Manning con wikileaks, y más recientemente el de Snowden con las escuchas masivas, hablan de que no son casos de filtraciones de algunos documentos, son casos sobre personal de defensa e inteligencia de USA que están actuando por su cuenta, alegando que ellos son los llamados a salvar a la humanidad contra los actos de USA. En otras palabras, son actos de traición a su país, a sus empleadores, y son actos que ponen en peligro de muerte a soldados y personal de inteligencia fuera de las fronteras de USA; es la peor traición que pueda tener un país o un ejército. Que un par de jovencísimos empleados crean que ellos son los que saben qué le conviene o no le conviene a su país, y actuar en consecuencia a través de la traición a la confianza depositada en ellos, es algo más que grave.
¿Quién ha dudado en algún momento que los gobiernos de turno de USA, Rusia, China, Cuba, Dominicana o Haití escuchan ilegalmente a sus adversarios o a simples ciudadanos que les parecen sospechosos? Pensar que no es así es de una ingenuidad sospechosa.
Es más, no hay que diferenciar entre un gobierno y un cónyuge celoso cuando espían, son dos entes inferiores que necesitan hacer trampa para retener lo que ya han perdido definitivamente: la confianza en sí mismo. El presidente Obama ha respondido al escándalo de las escuchas ilegales con el típico razonamiento del Partido Demócrata, dijo que “…lo que Inteligencia está haciendo es identificar esas llamadas estudiando los números de teléfono y la duración de las llamadas. No se miran los nombres de la gente, y no se fijan en el contenido de las llamadas”. Casi una copia de lo que dijo Clinton cuando se debatía si había usado marihuana “Probé la marihuana una vez. No inhalé”.
Casi en su totalidad, las llamadas telefónicas carecen de valor en los conceptos que se expresan, las cosas importantes se dicen de tu a tu, son mensajes mayormente vacíos de contenidos importantes, tan vacíos como los discursos de Margarita Cedeño sobre “los valores”.