Nuestras autoridades aparentan no tener una visión estratégica sobre temas fundamentales del país, lo que hace que carezcamos de políticas coherentes y que en vez de ejecutar acciones preventivas, respondamos reactiva y erráticamente ante múltiples eventos.
Las relaciones con Haití han sido históricamente mal manejadas. A pesar del expansivo flujo migratorio y de la importancia que tuvo la mano de obra haitiana en la industria azucarera, nuestras autoridades durante años exhibieron un “laissez-passer”, que dio pie a que se consolidara una visión tan negativa a nuestros intereses que ha sido casi imposible transformarla; no obstante los múltiples esfuerzos realizados, especialmente por esta industria. Aunque el ritmo de exportaciones de productos dominicanos a Haití ha crecido mucho, esto se ha producido en un ambiente de informalidad.
El resultado ha sido que ante la frágil vuelta a la gobernabilidad existente en Haití, sus empresarios han logrado que se erijan políticas contra las exportaciones dominicanas hacia ese mercado, con el consabido propósito de que sean ellos los que puedan controlar la venta de ciertos productos y recibir los beneficios.
A pesar de que esta política viene desde el año 2008, nuestras autoridades lucen desprovistas de una estrategia articulada capaz de buscar soluciones, por eso han estado acumulando desaciertos y permanecen todavía en un limbo que les impide dar una respuesta coherente basada en un plan de acción definido; mientras vemos cada día acrecentarse la lista de prohibiciones a las exportaciones de nuestros productos.
Aunque en el Plan de Gobierno 2012-2016 del presidente Medina se consigna que se constituirá “un grupo de estrategia multisectorial y multipartidario para elaborar políticas de Estado sobre las relaciones domínico-haitianas” y que se promoverá “la firma de un acuerdo comercial bilateral”; nada se ha avanzado a casi un año de gobierno.
Otro lamentable ejemplo de falta de planificación estratégica, fue lo acontecido en relación con la reciente salida de Iberia y la eliminación de la mayoría de las rutas operadas por American Airlines; lo que afecta significativamente nuestra interconexión. Amén de las situaciones particulares que afectaban a esas empresas, así como de la crisis económica internacional; existían razones inherentes a nuestro país que sabíamos podrían tener como consecuencia la salida de aerolíneas, como el alto precio del avtur.
Sin embargo, nuestras autoridades se quedaron de brazos cruzados, no solo dejando ir estas importantes aerolíneas sin articular acciones tendentes a retenerlas, sino que no han evidenciado que exista un plan para encontrar alternativas que impidan lo que ahora acontece: que los operadores exclusivos de ciertas rutas estén abusando de su posición.
Mientras nuestras autoridades no entiendan que para lograr objetivos, es necesario no solo establecer planes estratégicos, sino darles seguimiento permanente y velar porque los funcionarios trabajen en la misma dirección, seguiremos la errática marcha que lamentablemente llevamos en muchos aspectos.