Sorprende mucho la indiferencia del gobierno ante la exitosa e inesperada reacción de una gran mayoría de la población en reclamo de solución a los principales problemas que hoy agobian a los dominicanos.
Lo sensato sería que ante el rotundo éxito alcanzado por el paro nacional del pasado día once de julio, el oficialismo comenzara a tomar de inmediato medidas satisfactorias a los reclamos planteados.
Pero, por el contrario, y de manera sorprendente, como respuesta del oficialismo, el Ministerio de Industria y Comercio lo que dispuso de inmediato fue un nuevo sustancial incremento en los precios de los combustibles, que de seguro contribuirá al agravamiento del actual proceso inflacionario que padece el país.
Esta medida de la cartera oficial ha sido interpretada como una injustificada e inoportuna provocación del gobierno a los sectores populares que promovieron el pasado paro general y que amenazan con nuevas demostraciones de protestas de mantenerse la tozudez oficial de desconocer sus reclamos.
Y es que mientras una inmensa mayoría de la población vive en la más espantosa miseria y calamidades, afortunados gobiernistas disfrutan de las mieles del poder, devengando salarios millonarios, aparte de prebendas por la posición que ocupan. A ello se suman las denominadas nominillas y los muchos miembros de las bases peledeísta y de sus aliados reformistas que han sido designados en cargos diplomáticos y consulares sin tener que ausentarse del país.
Mientras tanto, la situación de penurias de los más pobres sigue agravándose por los efectos negativos que tiene sobre la población el llamado paquetazo fiscal o nuevas leyes impositivas, que de manera precipitada y alegre aprobó el Congreso Nacional peledeísta.
A ello se le agregan los abusivos incrementos semanales de los precios de los combustibles, como acaba de ocurrir esta misma semana con el aumento de más de cuatro pesos al galón de gasolina. La abusiva medida gubernamental también afecta al gas licuado de petróleo GLP de gran consumo por los choferes de carros públicos y las amas de casa.
La situación de miseria e inseguridad ciudadana que vive el país ha motivado a gran parte de la iglesia católica y de otras congregaciones religiosas cristianas, a intervenir con sus prédicas de objeción a todos estos males y abusos que hoy agobian a la gran mayoría de los dominicanos. Bien haría el gobierno en revisar su procedimiento actual.
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