Iatrogenia es una expresión derivada del latín, que significa daño ocasionado por un acto médico. Este término se aplica a los desórdenes provocados en un paciente o en sus familiares por sugestión, basada en el examen, trato o comentario del médico. Por estos medios se crea innecesariamente una patología funcional, mental y muchas veces hasta orgánica. Son muchas las formas en que el médico puede engendrar enfermedades aunque la mayoría de las veces lo hace intencionalmente. Un ejemplo: el caso del médico que en un exceso de celo por salvaguardar su “prestigio profesional” externa al paciente o a los familiares más informaciones de las que ellos están llamados a comprender o a saber. Otras veces se pronuncia con solemne imponencia externando informaciones inadecuadas para aplastar las pretenciosas ínfulas de algún paciente o familiar que se cree muy preparado.
La iatrogenia puede ser también el resultado de actos o tratamientos vinculados a otros profesionales de la salud: terapeutas, psicólogos, enfermeras, farmacéuticos, dentistas, etc. También pueden ser provocados por los tratamientos con medicinas alternativas. Hay casos fortuitos, distintos a la iatrogenia, que son los que no se pueden prever, como la idiosincrasia o la alergia a algún medicamento hasta ese momento desconocidas.
Hay un viejo aforismo médico, que viene desde hace más de 3,000 años, atribuido a Galeno, base de la ética médica: “Lo primero es no hacer daño”, derivado del latín “Primun non nocere”. Pero el que ejerce la Medicina es un ser humano, y aunque se tiene hacia él la percepción de ser compasivo y humanitario tiene debilidades e imperfecciones, con posibilidad, siempre, de cometer errores, de ahí la expresión latina “Errare humanun est” (errar es humano).
Otras causas de iatrogenia: error médico, negligencia, medicamentos, interacciones medicamentosas, uso excesivo de la dosis de los fármacos, infecciones intrahospitalarias, llamadas nosocomiales, etc. Cuando no hay causa identificable se le llama iatrogenia “idiopática”.